Distancia: 5,7 Km
Desnivel [+]: 522 m
Desnivel [--]: 697 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 7
Desnivel [+]: 522 m
Desnivel [--]: 697 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 7
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
RESUMEN
No había amanecido aún y vi como se acercaba una luz hacia nuestro vivac, era Juan que como nos adelantó en la cena, hoy tocaba madrugar. Uno a uno fue llamado a todos antes de disponerse a preparar el café. No eran las 8 de la mañana cuando ya estábamos desayunados y con las mochilas preparadas.
Faltaba recoger agua de las lagunas y potabilizarla con unas gotas de lejía, los unos, o con botellas potabilizadoras mediante la producción de ozono, otros.
Foto de grupo antes de empezar hecha por nuestros vecinos de vivac y todos listos para nuestra segunda aventura. Nos esperaba hasta la cima de la Galana una subida de 400 metros de desnivel en poco menos de 2 km, ahí es nada.
Con el sol asomando por las crestas de las montañas rociándolas de un dorado que las hacia parecer estar cubiertas de oro, buscamos el sendero que sube a la laguna del Gütre por el Canchal de la Galana.
Primero en dirección este, superando grandes bloques de piedra, que enseguida hicieron que nos sobrase la ropa de manga larga que algunos no nos habíamos quitado aún.
Después, en dirección sur, siguiendo los hitos que perfilan el ascenso, fuimos bordeando la laguna Cimera, que a cada paso se iba empequeñeciendo más. En ella se reflejaba, como en un espejo los 2.414 metros del Picurucho.
Las lanchas y los enormes pedruscos ponían constantemente a prueba nuestro equilibro, había que estar atentos a los mojones, algunos muy destruidos, para no errar el camino, por eso íbamos muy juntos unos con otros.
De frente, las moles del Risco de las Natillas (2.529m) y el Pico del Güetre (2.549m) nos servían de faros de referencia. Atrás, unas espectaculares vistas del Circo de las Cinco Lagunas.
Cuando nos acercamos al nacimiento de la Garganta de las Cinco Lagunas, giramos a la izquierda, en dirección sureste, en busca de la laguna del Gütre, subiendo por una rampa plagada de piedras que hacía lento el poder avanzar.
La laguna del Güetre o del Buitre, está situada a los pies del Cuchillar del Güetre, entre la portilla y el risco de las Cinco Lagunas, en un pequeño y solitario circo glaciar, de forma casi circular, que suele estar rodeado de neveros y es el origen de la garganta del Pinar.
Cerca de ella paramos para reagruparnos e hidratarnos, porque el sol comenzaba a merodear nuestras cabezas. Nos esperaba la parte más dura de la subida porque los grandes bloques graníticos no nos lo ponían fácil.
A los pocos metros los hitos parecen indicar dos caminos posibles, seguimos por el que en dirección sur se dirige más recto a la ya evidente Portilla de la Muesca, de la que no hay que explicar de dónde le viene el nombre.
Con fuerte pendiente y teniendo cuidado de no resbalar, fuimos ascendiendo sorteando pedrizas inestables y escurridizas.
En la parte final del congosto desfiladero hay que echar las manos en más de una ocasión para trepar algunos bloque de piedra. Ya en la Muesca, los cuatro que íbamos a subir a la cumbre de la Galana, que nos queda a la izquierda, nos preparamos los arnés para acometer una trepada catalogada como PD, en la que la cuerda es recomendable.
No quiero ni pensar en lo "divertido" que se puede poner este tramo en presencia de placas de hielo o nieve.
Superado el primer desnivel, el siguiente es más fácil, acabando rodeando un risco para finalmente llegar a la repisa final por la izquierda y de ahí a las dos estrechas puntas que componen su cumbre. No tiene vértice geodésico, pero en su lugar hay unas pequeñas piedras cimeras.
Un par de montañeros se unieron a la fiesta y a ellos les debemos las fotos que nos hicieron en lo más alto. Desde los 2.572 metros de altura de la Galana se ve el circo de las Cinco Lagunas y la salida del circo de Gredos, así como todos sus vecinos picos de más de 2.400 metros, con el Almanzor como destacado coloso.
Aunque es la segunda cima de Gredos, yo creo que es la primera en belleza y vistas.
Durante la bajada pudimos presenciar un nutrido grupo de escaladores que subían encordados con más desparpajo que nosotros a la cumbre, apoyados por unos monitores que se veía que no era la primera vez que pasaban por aquí.
Mientras, los tres compañeros que prefirieron ahorrarse la emocionante escalada, intentaron descender por la continuación de la portilla de la Muesca, hasta que se dieron cuenta que era misión imposible y que el track no iba por ahí.
Efectivamente, desde la portilla había que continuar bordeando la pared opuesta a la Galana, esto es, a la derecha de la portilla, superando con cierta dificultad un primer tramo algo expuesto en el que hay que buscar las grietas y apoyos para conseguir llegar a la parte trasera de la pared, donde ya sin peligro de caídas, buscamos los hitos que atraviesan una pedrera de grandes bloques en descenso hacia el Venteadero.
Intentamos buscar sombras para hacer una parada de reagrupamiento y tomar algo, pero no había sitio apenas para uno en los riscos cercanos porque, dada la hora, el sol caía a plomo sobre nosotros.
De frente, en dirección este, se señoreaba el Ameal de Pablo, con 2509 metros de altura, solo 82 metros menos que su vecino Almanzor, al que le hace sombra. Está arropado por Risco Moreno (2.499m) a su izquierda y Punta Esperanza (2.374m) a su derecha, ofreciéndonos unas panorámicas espectaculares.
Tras el descanso, dos decidieron emprender la bajada hacia el refugio de la Laguna Grande por la canal de Isabel II y la Hoya Antón, ahorrándose la fatigosa subida al Almanzor y el pedregoso descenso por la Portilla del Crampón.
El resto continuamos en busca del mítico Almanzor, en la creencia de que sería un paseo por la cresta, sin apenas desnivel hasta llegar a la base de su cumbre.
Nada más lejos de la realidad, el terreno hacia el Almanzor continúa por pedrizas y grandes bloques donde prácticamente, a falta de hitos fiables, cada cual se tuvo que buscar la vida por donde mejor le parecía, eso sí, siempre teniendo como referencia la mole del techo de Gredos.
A estas alturas, nunca mejor dicho, ya me había dado cuenta de que Gredos no regala nada y que te hace sudar cada metro que pisas de sus escarpadas cumbres.
Por fin alcanzamos la Portilla de los Cobardes, en la que tenemos que trepar con las manos su parte final. El nombre se lo debe a que cuando la gente no se atrevía a ir por la del Crampón, subían por esta otra, al parecer más factible, aunque visto lo visto, lo dudo.
Proseguimos, con vistas del imponente Cuerno del Almanzor a nuestra derecha. A pocos metros, nos encontramos el desvío para subir al Pico Almanzor, una trepada catalogada como PD+ y algo más prolongada que la de la Galana.
A ella subimos todos menos uno, con una trepada II, a la que le sigue una segunda trepada II+. Con nieve o placas de hielo, esta subida puede complicarse bastante.
De nuevo Juan nos tiró la cuerda para ir más seguros y poder así superar su escalón final con mayor seguridad. Esta vez no había viento, como ocurrió en mi primera subida, y pudimos disfrutar de las impresionantes vistas que se tienen desde los 2.591 metros de altura de su vértice geodésico, el techo de Gredos.
El nombre le viene de Abu ʿAmir Muhammad ben Abi ʿAmir al-Maʿafirí, más conocido como Almanzor, el líder militar y político andalusí con el más amplio reguero de victorias sobre los cristianos durante el Califato de Córdoba.
La leyenda cuenta que Almanzor fue el primero en subir a este pico, según la tradición lo habría hecho a caballo, después de combatir a los cristianos en la zona de Béjar, Almanzor vendría a descansar con sus tropas a la ribera del Tormes. Tras oír hablar a los lugareños de una extraña y recóndita laguna —se sobreentiende que la Laguna Grande de Gredos— se habría hecho guiar hasta ésta y habría ascendido al más alto de los picos circundantes.
Cuando nos disponíamos a bajar, llegó una chica que nos preguntó por dónde habíamos subido, ya que a ella le resultó algo complicado, cuando nos dijo por donde lo había hecho, no nos lo podíamos creer, menuda locura y sin ayuda de ningún tipo.
La bajada por el sitio oficial y la ayuda de la cuerda de Juan le debió parecer una cosa de nichos después de lo que había hecho.
Con cierta complicación por un saliente rocoso que hay que bordear son escasos apoyos, descendimos hasta el sendero principal y de allí a la Portilla del Crampón, un collado desde el cual podemos admirar las dos vertientes, donde nos esperaba nuestro resignado compañero.
Comimos un poco, porque en mi caso no me entraba nada, supongo que por el cansancio acumulado, y emprendimos el descenso.
Yo me rezagué un poco del resto porque se me acercó un chico que me pidió que le acompañara en la bajada porque le daba un poco de vértigo, y la verdad es que la imponente pendiente de la canal impone bastante y con hielo, se puede convertir en un peligroso tobogán.
Siguiendo mis pasos y pisando donde yo pisaba, descendimos con tanto acierto que hasta adelantamos a los escapados, al seguir una ruta más recta que la de ellos.
Continuamos el descenso por este corredor hasta enlazar con la canal de la Bermeja que nos deposita en Hoya Antón y poco después en el Refugio de la Laguna Grande (Elola), no sin antes buscar la charca Esmeralda para refrescarnos, pero que al comprobar lo lejos que nos quedaba, optamos por otra más pequeña y cercana al refugio que nos valió igual de bien para quitarnos el calor acumulado.
Llegados al refugio, cuatro optamos por las comodidades de pasar la noche en él y el resto prefirió hacerlo de nuevo bajo las estrellas, en uno de los muchos vivac que hay en las proximidades del refugio.
Una reponedora cena a basa de pasta y carne, regada con vino, invitación de Juan por su reciente cumpleaños, puso el punto final a este día cargado de emociones.
De nuevo le otorgo la máxima nota, 5 estrellas, a esta exigente y dura excursión que sin embargo otorga las mejores vistas y panorámicas de la Sierra de Gredos.
Paco Nieto
FOTOS
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