jueves, 4 de julio de 2019

Excursión X189: El Portillón y Pico Salvaguardia

FICHA TÉCNICA
Inicio: Llanos del Hospital
Final: Llanos del Hospital
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 16,5 Km 
Desnivel [+]: 1083 m 
Desnivel [--]: 1083 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta


TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN

Para nuestro cuarto día por el valle de Benasque elegimos subir al Portillón y al Pico de Salvaguardia, ubicados dentro del Parque Natural de Posets-Maladeta.

El Portillón, o puerto de Benasque, es una brecha abierta en el espinazo de la cordillera a 2.444 metros de altitud, entre los picos Salvaguardia y Tuca de la Mina, sobre la misma línea fronteriza entre España y Francia.

Durante cientos de años, esta grieta de tres o cuatro metros, flanqueada por verticales paredes, ha visto pasar contrabandistas, peregrinos, vendedores de sal y ganado, huidos del hambre o de la justicia, refugiados, ejércitos, geólogos, botánicos y escaladores. Un camino que durante siglos ha unido Benasque y Luchón, puerta que, con mal tiempo "hasta un padre era capaz de dejar atrás a su hijo", por lo infernal que se vuelve.

El pico Salvaguardia de 2.736 metros de altura es uno de los picos más accesibles y con mejores vistas del valle, aunque eso no quiere decir que esté exento de dificultad, sobre todo si se hace con lluvia o nieve, que afortunadamente no fue nuestro caso.

Iniciamos la excursión trasladándonos al aparcamiento que hay por debajo de los Llanos del Hospital, último punto al que se puede llegar en vehículo particular en verano. Siendo necesario, si se quiere acortar la ruta, tomar el autobús público que hace el recorrido hasta La Besurta.

Pero como teníamos ganas de andar, nos quedamos en este primer aparcamiento, saliendo por su extremo norte, hilando una tenue senda que se acerca progresivamente al río Esera, en dirección noreste, cruzando la Pleta de la Sarra. El día era magnífico, y al contrario que el anterior, no estaban previstas tormentas, afortunadamente.

Con el río a nuestra derecha y la impresionante cascada de Gorgutes a nuestra izquierda, llegamos a las espaldas del Hotel Hospital de Benasque, casi sin darnos cuenta por lo plano y cómodo del camino. Desde aquí, por Plan de l'Espital, nos acercamos a ver las ruinas de antiguos hospitales, a pie de la ladera norte donde está encajado el valle.

Eran los llamados Hospitales II, III y IV, construidos entre 1826 y 1839, sustituidos por el actual en 1872, más retirado, a salvo de aludes y con mejores instalaciones, que estuvo operativo hasta la Guerra Civil.

Continuamos hasta el final del valle, por una plataforma de madera cruzamos el Barranco de Peña Blanca, alcanzando un cruce en el que seguimos rectos hacia Pleta del Tormo y llegar a Peña Blanca. Por la derecha vemos la senda que desciende de la Besurta y Plan d´Éstán, por donde regresaremos.

Un poste nos indica que el Portillón de Benasque nos queda a 3,3 km. Con el barranco a nuestra izquierda, ascendemos por Pleta del Tormo, al principio sin mucha pendiente, pero al poco ganando altura con mayor ritmo.

Al llegar a la base de Peña Blanca, el estrecho sendero realiza numerosas zetas y es en una de ellas donde nos cruzamos con un montañero que vimos el día anterior bajando del pico Aragüells, y que al entablar conversación con él, resultó ser del pueblo riojano origen de una parte de la familia de Olga, que además conocía a su primo. ¡Casualidades de la vida!

Una vez superamos Peña Blanca, vemos un nevero que se resiste a desaparecer, enseguida algunos corrieron a refrescarse con la nieve, tumbados en ella. Enseguida alcanzamos un collado, cruce de caminos, donde paramos a reponer fuerzas y hacernos la primera foto de grupo.

Nos ponemos de nuevo en marcha para ascender los escasos 400 metros que nos separan del Portillón, unos lo hacemos subiendo haciendo una alargada curva, otros tiran rectos hacia la gran brecha abierta en la cresta fronteriza que da paso al valle francés de Luchón.

Mereció la pena bajar unos metros y contemplar la vista que se deja caer sobre la empinada ladera surcada por las revueltas de un camino que fue construido en el siglo XIV. Desde el puerto hasta el Hospice de France hay casi 1.100 metros de desnivel.

Y si esa vista es imponente, basta darse la vuelta y subir lentamente, a ser posible, sin nadie delante y al traspasar el Portillón en sentido España contemplar el majestuoso Macizo de la Maladeta espolvoreado de nieve, con el Aneto como rey, para así ser capaz de aproximarnos a lo que pudieron sentir los primeros amantes de Los Pirineos. Seguí al pie de la letra esta recomendación de un amigo, y efectivamente fue muy emocionante.

Tras las espléndidas panorámicas, seguimos por el sendero que sale a la izquierda, en el sentido del ascenso, y que conquista, por la cara sur, la cresta del Pico Salvaguardia.

Un sendero en zigzag con un cierto riesgo si se sufre de vértigo o se realiza con nieve o mojado, ya que está algo expuesto, pero no extraplomado, en algunas zonas, sobretodo al bordear unas grandes rocas, aunque una cadena, que en la realidad es un cable, facilita, a los más precavidos, el realizar el paso más seguro. Para nosotros, al estar el terreno seco, no representó ninguna dificultad y, en mi caso, no fue necesario tocar tan siquiera el cable.

Después, el camino se vuelve más sencillo, y es aquí donde nos cruzamos con la familia que nos hizo el día anterior la foto de grupo en el Ibonet de Batisiells, ¡otra casualidad de la vida!

A muy pocos metros de alcanzar la cresta, otras zetas suavizan la pendiente. En una de esas curvas nos topamos con unas simpáticas chicas, una de ellas adornada con varios globos, que celebraba de esa guisa y en tan inusual lugar su despedida de soltera. ¡Ver para creer!

La fatiga del ascenso fue rápidamente compensado, al alcanzar la cresta final, con unas espléndidas vistas hacia la parte francesa, justo en el borde de un nevero que perduraba a duras penas y en el que Olga se recostó con intención no irse de allí nunca.

Unos pocos de metros más al oeste, alcanzamos el Pico Salvaguardia, coronado por una antena con placa solar, donde disfrutamos de unas vistas espectaculares del macizo de la Maladeta y del Posets, en la parte española. Abajo, en la vertiente francesa, los lagos de Boums du Port y de La Montagnette brillaban como topacios sobre las verdes praderas, en las que parecían estar incrustados.

Coincidimos en la cumbre con otros montañeros que se prestaron a hacernos las inevitables fotos de grupo, tras las cuales tomamos los bocadillos. La verdad es que nos costó luego mucho dejar la cumbre, ¡se estaba tan bien!

El descenso lo realizamos volviendo sobre nuestros pasos hasta llegar de nuevo al collado, donde los más rápidos esperaron a los más rezagados, en este caso Olga, experta en bajadas relajadas y a la que oíamos conversar con Jorge M desde bien lejos.

Todos reunidos, continuamos el descenso, que en lugar de hacerlo por el camino seguido hasta llegar allí, de nuevo por Peña Blanca, lo hicimos por el camino que se dirige a la Besurta, algo más larga, pero que convierte la ruta en circular.

Nada más iniciar el descenso, en dirección sur, pasamos junto a las ruinas de lo que fuera la Casa Cabellut, un antiguo albergue, giramos hacia la izquierda, en dirección a las Basetas del Portillón. Y al poco, de los dos caminos posibles, seguimos el que baja y deja a la izquierda los Ibones de Billamuerta, un sendero de tierra muy cómodo de caminar y con espectaculares vistas hacia el macizo del Aneto y las Maladetas.

Al poco, el camino se precipita hacia el valle con fuerte pendiente, que las idas y venidas de las innumerables zetas trata de mitigar, salvando unos 300 metros de desnivel de una ladera de hierba y roca conocida como La Costera. Superada ésta, nos encontramos una indicación que nos dirige a la izquierda hacia la Besurta o recto hacia los Llanos del Hospital.

Ángel, como casi siempre, muy adelantado había seguido hacia la Besurta, extasiado por la contemplación del ganado que pastaba por esa zona. Tuvimos que llamarle para que corrigiera el rumbo y seguir, en dirección oeste por el Plan d'Están, lo que no le costó nada y al poco ya estaba otra vez en cabeza, con el Pico Salvaguardia frente a nosotros, a modo de imponente faro.

Tras una breve parada, poco antes de llegar a los bonitos Ibones de Plan d'Están, continuamos entre verdes praderas y pinos negros cada vez más frecuentes hasta llegar a unas pequeñas zetas que al acabar enlazan de nuevo con el cruce de ida que subía a Peña Blanca.

Cruzamos el barranco por la misma plataforma de madera que usamos a la ida y con paso forzado por las ansias de llegar al Hotel del Hospital, recorrimos los escasos, pero interminable metros, que nos separaban de las refrescantes cervezas en la terraza del que hoy es un lujoso hotel de montaña reconstruido sobre el viejo edificio del Hospital, refugio de peregrinos desde el siglo XIII, historia muy documentada que se puede rememorar en el pequeño museo que el hotel tiene en uno de sus sótanos.

Tras el largo descanso, con rico vermut incluido, caminamos, ya sin prisa por el mismo sendero seguido al comienzo por los Llanos del Hospital para llegar de nuevo al aparcamiento donde iniciamos esta aventura repleta de alicientes, superando las expectativas iniciales de más de uno, por lo que esta excursión se merece 5 alpinas estrellas.
Paco Nieto

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