lunes, 6 de mayo de 2019

Excursión X174: Cuchar Quemado y Cebollera Nueva

FICHA TÉCNICA
Inicio: Somosierra
Final: Somosierra
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 18,2 Km 
Desnivel [+]: 853 m 
Desnivel [--]: 853 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 4

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta




















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta







TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
 
La Sierra Cebollera está situada en el extremo de los cordales principal y occidental de la sierra de Ayllón extendiéndose desde la Cebollera Vieja o Pico de las Tres Provincias (2.128 m) hacia el sur hasta la Cebollera Nueva (1.834 m).

La primera ya la habíamos subido, algunos en varias ocasiones, pero la Cebollera Nueva, quizás por ser la cumbre menos alta de esta sierra, permanecía siendo una desconocida para nosotros y para solucionarlo nos acercamos al pueblo de Somosierra, el último de la comunidad de Madrid por el norte y el situado a mayor altura, 1444 metros.

Iniciamos la ruta junto a la ermita de Nuestra Señora de la Soledad, en la que una placa puesta en la pared en el año 1998, recuerda a los héroes polacos y españoles caídos aquí el 30 de noviembre de 1808 en la defensa y toma del puerto por las tropas napoleónicas. La ermita se levanta en el lugar donde concluyó la batalla con la clamorosa victoria francesa, cuyas tropas comandaba el mismísimo Napoleón.

Cruzamos la antigua carretera N-I para seguir por un un camino cimentado que conduce a los depósitos de agua del pueblo, coincidente con el PR-23, por el que ascendimos en dirección noreste.

Al llegar a la zona conocida como La Piojosa, la pista pasa a ser de tierra y gira en dirección norte, suavizando su pendiente, para luego ir hacia el este, en el Prado Antón, mirador natural con excelentes vistas del puerto y de la Chorrera de Litueros, nacimiento del río Duratón, abriéndose paso entre los riscos.

Continuamos ascendiendo, ahora de nuevo con fuerte pendiente, bajo la mirada de unas vacas que pastaban tranquilamente en los prados de nuestra izquierda. Realizamos un par de zetas en dirección sur, hasta alcanzar otro mirador natural con excelentes vistas del puerto, junto a lo que queda de la Casa de Pedro Municio, que nos queda a unos metros de la pista, a nuestra derecha.

De vuelta a la pista, continuamos por ella, aún coincidente con el PR-23, ahora llana y cómoda, que nos alivió el esfuerzo realizado en el ascenso y con la alegría añadida de ver cómo seguía igual de plana y apacible hasta los pies de nuestro objetivo, la Cebollera Nueva, ya no muy lejana.

Pero poco duró el regocijo, porque a poco más de los 300 metros, dejamos tan placentera pista para ascender, campo a través y sin ninguna senda hacia los riscos que teníamos a nuestra izquierda, con la intención de alcanzar la cuerda lo antes posible, ocurrencia de una que yo me sé para darle más emoción a la ruta.

Con una pendiente endiablada, ascendimos por la loma del cerro de Cuchar Quemado, alcanzando a los 700 metros del desvío el roquedal de Peña Belesar, plagado de cuarzo blanco colonizado por líquenes que tapaban su intenso color blanco con un tamiz verdoso.

Junto a un interminable muro de piedra continuamos ascendiendo los 600 metros que nos separaban del Cuchar Quemado, que con los 2.045 metros de su cumbre se convirtió en el punto más alto de la ruta.

A pocos metros paramos junto a un enorme hito de piedras y las ruinas de lo que fue un fortín utilizado en la Guerra Civil. Las vistas desde aquí son impresionantes, tanto hacia la vertiente oriental, donde nace el río Jarama, como la occidental, donde nace el río Duratón.

Iniciamos el descenso, en dirección sur, siguiendo los derruidos muros de piedras de lo que en su día fueron trincheras, para al poco de rebasar el Alto de Corcos, enlazar con la amplia pista que recorre la cresta de la Sierra Cebollera y seguir por ella.

Al llegar al Alto de la Fuente de Cabezuelas (1.885 m), paramos a tomar los bocadillos en la explanada, cubierta de preciosas flores amarillas, junto a las ruinas de lo que seguramente fueran edificaciones militares que aseguraban estas posiciones.

Hay que tener en cuenta que una de las primeras batallas de la Guerra Civil se produjo en torno al puerto de Somosierra, cuando los milicianos de la República lograron detener a duras penas, a finales de julio de 1936, a las tropas del general Mola que trataban de hacerse con el control de los dos embalses que abastecían a la ciudad de Madrid: Villares y Puentes Viejas. Pero tras el sangriento combate y la fortificación de la delgada línea que separaba a un bando del otro, aquello se convirtió en un “frente dormido”, esto es, no hubo grandes intentos de avance y se mantuvo casi inalterado hasta el final de la guerra.

Continuamos el descenso por la pista, que siguiendo la cuerda, gira hacia el suroeste por la Majada de las Vaquillas, pasando por el Collado del Peñón y el Alto de la Pinilla, y tras pasar un portón, alcanzamos la Cebollera Nueva, en la que también hay restos de fortificaciones y tras un muro divisorio, el característico hito de un vértice geodésico, custodiado por dos vacas que nos miraron con recelo, y en el que nos hicimos múltiples fotos.

Descendimos intentando no separarnos mucho de la alambrada que sigue la cuerda, enlazando con un cortafuegos por el que seguimos hasta alcanzar una tercera pista que seguimos a nuestra derecha, en dirección noroeste.

La pista, amplia y completamente plana, nos alivia durante 5 kilómetros de cuestas y pendientes, con la ventaja añadida de transitar por un bonito bosque de pinos cruzado por el arroyo de la Dehesa, que llevaba bastante agua.

Dejamos el bosque y cruzamos el arroyo del Barcal y el de los Cambronales, pasamos junto a unos caballos sueltos y al poco llegamos a un refugio acristalado que suponemos es utilizado en el periodo estival como observatorio por los guardas forestales, dadas las magníficas vistas que tiene del puerto y todo el valle.

A 600 metros del refugio, conectamos con el PR-23 que habíamos seguido en la subida, descendiendo por él hasta llegar al mirador desde el que se contempla la Chorrera de los Litueros.

Como desde allí parecía descender una senda en su busca, a alguien se le ocurrió seguirla para hacerle una visita. Lo que no sabíamos, es que la senda desaparece enseguida y que el resto del trayecto hasta alcanzar el arroyo de las Pedrizas tuvimos que hacerlo entre matorral y con una fuerte pendiente.

Tras vadear el arroyo, buscamos una senda que habíamos visto a la que descendíamos que conduce directamente al mirador natural que ofrecen los riscos que hay frente a la chorrera, desde los que se disfruta de sus mejores vistas.

Con cuidado de no resbalar descendimos hasta los pies de la chorrera, donde una gran poza recoge el agua procedente de manantiales de las cumbres de la Sierra de la Cebollera y que crean el arroyo del Caño, que se precipita formando una cola de caballo por los tres escalones pétreos de la Chorrera. Instantes después de su descenso, el arroyo se une al de Las Pedrizas, en lo que es el nacimiento del famoso río segoviano Duratón.

Tras las fotos de rigor, seguimos la marcada senda que nos conduce a la antigua carretera N-I, tras vadear de nuevo el arroyo de las Pedrizas, finalizamos la ruta en la terraza del bar del Puerto, donde nos tomamos las merecidas cervezas de celebración de la que iba a ser una tranquila excursión y que complicamos un poco para hacerla merecer 4 estrellas.

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