Inicio: Puerto de Navacerrada
Final: Puerto de Navacerrada
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 11,4 Km
Desnivel [+]: 689 m
Desnivel [--]: 689 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: No/Sí
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 3
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
RESUMEN
Tras haber recorrido Siete Picos en la anterior excursión, siguiendo la cuerda de sus cumbres, pensaba que lo más dificil ya lo había hecho, no había reparado en que la sierra es empinada y tortuosa por la cara sur, la que mira a Madrid, mientras que la vertiente septentrional, la que da a Segovia, e incluso sus cimas, son mucho más asequibles. Así sucede en el Abantos, la Peñota o Peñalara, y el macizo de Siete Picos no iba a ser una excepción.
Así es que sin saber muy bien dónde me metía iniciamos esta ruta en el Puerto de Navacerrada, con bastante niebla, comenzando a andar por la carretera que va a la residencia de los Cogorros, pero que enseguida dejamos para remontar por una senda que sale a la izquierda, hacia la pista de esquí del Telégrafo y que está señalizada como PR-8.
Pronto ganamos altura por lo empinado de la pendiente, que se suaviza al alcanzar las proximidades del Cerro del Telégrafo, con algo de niebla contemplamos a lo lejos la Virgen situada en uno de los riscos.
En agradable paseo continuamos hasta la pradera de Siete Picos, donde comienza la Senda Herreros, que recorre la ladera de mediodía del macizo, y a la que se la conoce como Cóncavo de Siete Picos, Hoyo del Terradillo o Pozo de la Nieve, nombres todos que evocan el frío, el recogimiento y la hondura de la que hacen gala. La senda Herreros es una de las pocas que se aventuran por estos boscosos acantilados del sur.
En agradable paseo continuamos hasta la pradera de Siete Picos, donde comienza la Senda Herreros, que recorre la ladera de mediodía del macizo, y a la que se la conoce como Cóncavo de Siete Picos, Hoyo del Terradillo o Pozo de la Nieve, nombres todos que evocan el frío, el recogimiento y la hondura de la que hacen gala. La senda Herreros es una de las pocas que se aventuran por estos boscosos acantilados del sur.
Por ella nos precipitamos, casi literalmente, porque en poco más de un kilómetro, descendemos 250 metros, primero en dirección suroeste, entre imponentes pinos y vegetación, entre la que incluso encontramos algunas setas, y después buscando el noroeste, hasta alcanzar el punto más bajo de la ruta, el río del Pradillo, anunciado por un incremento de la vegetación, que se torna espesura de helechos y el rumor del agua de la fuente de los Acebos –nacimiento del río Pradillo–, así llamada por la presencia de varios árboles de esta especie que proliferó en los días más fríos del Guadarrama.
En ella, rodeados de pinos en forma de bandera, doblados por los vientos, nos comimos el bocadillo tras ascender a los 1.934 metros del Pico de Majalasna, el primero de Siete Picos y el más bajito, un poco apartado del resto y con unas excepcionales vistas de medio Madrid y media sierra de Guadarrama, a las que las nubes le daban aún más fuerza.
El siguiente tramo tenía una primera parte de descenso y otra de subida, en dirección norte hasta alcanzar el Collado Ventoso, siguiendo la Senda de los Alevines, cuya historia se remonta al siglo pasado, la copio literalmente.
En 1876, Francisco Giner de los
Ríos, que había probado la cárcel por apoyar a otro catedrático, que a su vez
había sido desafiado a duelo y expedientado (en este orden) por dar una charla
sobre las teorías de Darwin, decidió fundar un colegio de ideario apolítico y
laico.
Entre las máximas de la flamante Institución Libre de Enseñanza: salir al campo con los chavales a estudiar en el libro abierto de la naturaleza. Parece mentira que, 125 años después, el inglés, la educación sexual y los ordenadores entren casi a diario en todas las aulas y, sin embargo, muchos chicos no salgan con sus maestros a la sierra más que un par de veces al año, las dos para jugar al burro.
Años después, en 1913, Bernaldo de Quirós y 11 amigos fundaban la Sociedad Peñalara, y en 1918 estrenaban refugio en el valle de la Fuenfría.
A nadie le extrañará, después de leer sus cariñosas palabras, que Constancio y compañía dedicaran a los 'peques' de la sociedad una de las más bellas sendas de la sierra, la Senda de los Alevines, que corre desde la pradera de Majalasna a la del Collado Ventoso por la escarpada ladera occidental del segundo de los Siete Picos, serpenteando entre viejos pinos y grandes bolos graníticos, casi como un juego.
Entre las máximas de la flamante Institución Libre de Enseñanza: salir al campo con los chavales a estudiar en el libro abierto de la naturaleza. Parece mentira que, 125 años después, el inglés, la educación sexual y los ordenadores entren casi a diario en todas las aulas y, sin embargo, muchos chicos no salgan con sus maestros a la sierra más que un par de veces al año, las dos para jugar al burro.
Años después, en 1913, Bernaldo de Quirós y 11 amigos fundaban la Sociedad Peñalara, y en 1918 estrenaban refugio en el valle de la Fuenfría.
A nadie le extrañará, después de leer sus cariñosas palabras, que Constancio y compañía dedicaran a los 'peques' de la sociedad una de las más bellas sendas de la sierra, la Senda de los Alevines, que corre desde la pradera de Majalasna a la del Collado Ventoso por la escarpada ladera occidental del segundo de los Siete Picos, serpenteando entre viejos pinos y grandes bolos graníticos, casi como un juego.
Dejando a la izquierda el mogote
granítico de Majalasna, continuamos por la sinuosa senda de los Alevines, llegando al poco a la fuente de los Alevines y, a continuación, a la siempre bella pradera del Collado Ventoso, con las mejores vistas del Montón de Trigo.
Junto a los postes indicativos que hay en esta recoleta pradera nos hicimos fotos, hacia abajo el Camino Schmid, que desciende hacia el fondo del valle de la Fuenfría, donde está el viejo refugio de Peñalara, uno de sus extremos, hacia el contrario el camino Schmid continua hasta el Puerto de Navacerrada, siguiendo el PR-5, por él seguimos.
Junto a los postes indicativos que hay en esta recoleta pradera nos hicimos fotos, hacia abajo el Camino Schmid, que desciende hacia el fondo del valle de la Fuenfría, donde está el viejo refugio de Peñalara, uno de sus extremos, hacia el contrario el camino Schmid continua hasta el Puerto de Navacerrada, siguiendo el PR-5, por él seguimos.
Caminamos ahora por la vertiente septentrional de Siete Picos, la que da a Segovia, llamada Umbría de Siete Picos, sin apenas
perder altura, jalonando este tramo la pradera de Navalusilla, el arroyo del Telégrafo y la pista de esquí El Bosque, como únicas referencias entre el denso pinar de Valsaín, siguiendo los pasos del Sr. Schmid.
Por todo lo vivido y superado esta excursión alpina se merece 5 estrellas.
Paco Nieto
FOTOS