lunes, 21 de noviembre de 2022

Excursión X373: Pico Martillo y Cerro del Telégrafo

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Collado Villalba
Final: Collado Villalba
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 12,6 Km
Desnivel [+]: 461 m
Desnivel [--]: 461 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 10

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Anunciaban lluvias por todas partes a partir de las 12h y en la Sierra diluvios, así es que pensé que lo mejor era quedarse en casa, pero como teníamos unas horas de posible respiro, animé a José Luis a repetir una ruta cortita, cerca de casa, que habíamos hecho hace ya unos años, la sorpresa fue que al decirlo, el resto se animó y eso que más de uno vive lejos.

La ruta recorre la ladera este de Cabeza Mediana, llamado también Cerro del Telégrafo y sube a su cima previo paso por el Pico del Martillo. Iniciamos la ruta en el aparcamiento del hospital de Collado Villalba, situado a los pies de este montículo y que a estas horas tempranas estaba casi lleno.

Con el cielo muy encapotado, pero de momento sin lluvia, bordeamos el ala oeste y enseguida tomamos la pista que en dirección noreste arranca del aparcamiento de la zona de Urgencias. Dejamos el arroyo del Cañal a nuestra izquierda, totalmente seco, y ascendemos muy suavemente por una cañada empedrada cercada por muretes de piedra a ambos lados, entre fincas de ganado, Cercas Viejas y Cerca de la Jara, ambas a la derecha. Los robles, ya deshojados, contrastaban con el verde de sus prados.

Pasamos un portón y al llegar a la zona conocida como Prados de el Valle, seguimos una pista que al principio es de tierra y cuando se empina pasa a ser de cemento. Por el oeste parecía querer despejarse el cielo, pero no tardó mucho en comenzar a llover. 

Al poco, dejamos la pista, justo donde hay un depósito de agua, para seguir, por la derecha, un sendero que va por encima de la conducción de agua que alimenta el depósito.

No duró mucho el aguacero, dando paso a una fina niebla. El bonito sendero bordea entre endrinos las Laderas de Matarrubia, con bonitas vistas de Moralzarzal a nuestra derecha, que parecía estar tan cerca, que alguna apostaba por bajar a tomar un cafetito bien caliente para entonarnos.

No nos hubiera venido nada mal, porque la humedad de la niebla se calaba hasta los huesos.

Un pequeño desvío a la izquierda del sendero nos hizo estar a los pies del pico Martillo, y la Cruz de Mayo que hay en su parte más alta, adornada con una corona ya seca.

Allí nos agrupamos y tras las fotos de rigor, bajo lo que sí parece un martillo, continuamos el ascenso hasta dar con el sendero que habíamos dejado.

Ni que decir tiene que los expertos en setas no perdieron ocasión de ir rastreando el entorno, bajo las hojas y entre las rocas recubiertas de musgo, en busca de algún ejemplar que les alegrase la tibia mañana, pero no hubo suerte, casi todas las que vimos eran de las que solo se podían comer una vez o te hacen ver la vida de colores.

A mano izquierda del sendero se encuentra una caseta de vigilancia, con mesa y bancos de madera donde paramos a hacernos la foto de grupo.

Bajamos ligeramente hacia un colladito desde el que nos acercamos a contemplar la fuente de la Casa, muy cerca del mismo. Tiene dos pilones y un caño del que no manaba ni gota de agua.

Desde allí iniciamos un empinado ascenso por un cortafuegos que enseguida abandonamos para continuar por una cómoda pista que se interna en El Pinar.

A los 900 metros de haber tomado la pista, nos salimos de ella, para acercarnos a un mirador natural que sale a la derecha, que tiene unas vistas privilegiadas de la Maliciosa, Bola del Mundo, a la derecha Sierra de los Porrones, La Pedriza, y a la izquierda Siete Picos y la Mujer Muerta, pero desde el que hoy no veíamos a más de veinte metros.

Retomamos la pista, ahora algo más empinada, alcanzando a los pocos metros un paso canadiense, poco antes de llegar al vértice geodésico que indica que estamos en Cabeza Mediana.

Cabeza Mediana se alza a poco más de 350 metros de Moralzarzal, y su nombre lo dice todo, Cabeza, o sea roma, sin picos que la encresten y Mediana, es decir, no alta, ya que sólo cuenta con 1.330 metros de altura, pero con excelentes vistas en días despejados, que no era nuestro caso.

A cien metros al sur de la cima se encuentra un torreón cuadrangular de ladrillo, de unos diez metros de altura, muy reconstruido, que corresponde con la torre número 5 de la línea del telégrafo óptico Madrid-Irún.

Construido hacia 1846, al estilo del francés ideado por Claude Chappe en 1791, dotado de grandes brazos articulados y una bola, que según su disposición hacían referencia a los distintos fonemas, con los que se enviaban los mensajes cifrados de una torre a otra. La línea estaba compuesta por 52 torres, vía Valladolid, Burgos, Vitoria, Tolosa y San Sebastián, y fue diseñada por el ingeniero José María Mathé
Aragua.

Francia llegó a contar con una red de 4.800 kilómetros y 556 estaciones que unían París con 29 ciudades. En España, no tuvo tanto éxito, pues su tardía implantación coincidió con el telégrafo eléctrico, comercializado por Samuel Morse hacia 1838.

Esta torre, se comunicaba con la número 4, situada en el cerro de Navalapiedra de Torrelodones, y con su siguiente, la última de las torres madrileñas de la línea Madrid-Irún, que se encontraba en el Puerto de Navacerrada, a casi 2.000 metros de altitud y de la que queda bien poco, aparte del nombre, Alto del Telégrafo. La primera estaba en el Cuartel del Conde Duque de Madrid. Puedes encontrar más información pinchando aquí.

Era tal la niebla, que a pocos metros la torre se difuminaba. Junto a ella, una chica que iba con su perro nos hizo de prisa unas fotos, porque un helador viento hacia desapacible permanecer allí durante más tiempo.

Iniciamos el descenso de regreso, acercándonos a la cerca que hay a la izquierda, que acabamos saltando al llegar a un portón.

Aquí unos cuantos se retrasaron un poco lo que les obligó a bajar por el cortafuegos que el resto preferimos esquivar internándonos en un precioso pinar, que con la niebla parece salido de un cuento de hadas.

El bosque da paso a unas praderas, conocidas como el Romeral, en las que unos toros con afilados cuernos parecían estar más interesados de la cuenta por nuestra presencia. La verdad es que imponían. Pero al acercarnos se hicieron a un lado, en señal de paz para nuestra tranquilidad.

Un poco más adelante, alcanzamos la fuente del Cornocal, construida en piedra, con un alargado pilón y un caño en su centro, del que tampoco salía agua.

Continuamos descendiendo hasta dar con el cortafuegos que habíamos evitado, eso sí solo tuvimos que seguirlo unos pocos de metros porque enseguida enlazamos con la pista por la que habíamos subido.

De nuevo comenzó a llover, como estaba previsto, lo que hizo que aceleráramos el paso. Cruzamos el portón que evita que se escape el ganado y regresamos por camino ya recorrido al aparcamiento del hospital donde habíamos dejado los coches.

En el burger que hay cerca del hospìtal celebramos el final de la ruta, que aunque pasada por agua, vino a demostrar que el grupo sale los lunes aunque haga bueno. Unos aperitivos y un rico bizcocho que habían traído los tricantinos pusieron el colofón a esta excursión a la que le otorgo 4 estrellas
Paco Nieto

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