lunes, 7 de junio de 2021

Excursión X289: Lagunillas de Peguerinos

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Peguerinos
Final: Peguerinos
Tiempo: 2 a 3 horas
Distancia: 10,5 Km
Desnivel [+]:  247 m
Desnivel [--]: 247 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 11

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Jorge Isidro nos propuso esta ruta por su segundo pueblo, Peguerinos, como paseo previo a la paella y parrillada que nos iba a preparar en su casa. Ya se sabe que para este tipo de eventos, más vale ir con hambre.

Aparcamos en una de las últimas calles de la Urbanización Las Damas de Peguerinos para así tener el campo cerca y en cuanto estuvimos todos echamos a andar, entre arbustos en flor.

Salimos en dirección sur para luego dirigirnos al oeste, buscando una pista forestal que nos acercó a la hermosa lagunilla que forma un pequeño arroyo, que pocos metros más abajo desemboca en el arroyo de la Losilla.

La chaca de las Ranas, le llama él, por la gran cantidad que suele tener de estos anfibios, que con su continuo e incansable croar intentan atraer a las hembras.

Proseguimos cruzando un portón, remontamos una senda, junto a un muro de piedras, para enseguida abandonarla a la derecha, campo a través, en dirección norte hasta dar con otra pista. Por ella seguimos hacia la izquierda.

Pasamos junto a un numeroso rebaño de vacas y desde unas rocas tuvimos unas estupendas panorámicas de la dehesa donde estaban pactando plácidamente.

La pista cruza el arroyo de la Losilla, que apenas nacido unos metros más arriba, apenas llevaba agua. Pasamos junto a un pilón en el que nuestra mascota se refrescó a placer.

Enfrente se ubican unos búnker de la Guerra Civil, bastante camuflamos a un lado del camino.

Retrocedimos unos metros sobre nuestros pasos para luego seguir por la pista que nos sale a la izquierda, que en dirección noreste se dirige al pequeño refugio de piedra que hay cerca del embalse de Cañada Mojada.

Antes, dejamos a la derecha una extensa pradera de la que se adivinaban varías charcas, ahora muy exiguas por el estiaje, pero que seguro recobrarán vida con las lluvias del invierno.

Cruzando un pinar, llegados al refugio, pasamos a su interior. Nos sorprendió lo bien cuidado que estaba y el que tuviese sartenes, parrilla y hasta una olla exprés. Todo preparado para pasar unas cuantas jornadas en él.

Junto al refugio, a la sombra del pinar de enfrente, paramos a tomar el aperitivo de media mañana. Tras el breve descanso, continuamos por la pista por la que habíamos venido, nos acercamos a ver un pilón que hay a la izquierda, llamada fuente de los Pastores.

Un poco más adelante, al encontrarnos con el arroyo de Chubieco, dejamos la pista para acercarnos a contemplar, a la derecha, el embalse de Cañada Mojada, del que tuvimos unas primeras imágenes muy bonitas.

En esta zona existen dos pequeños embalses, el Embalse de Tobar, que conecta con el de la Aceña por un túnel y el pequeño y encantador Embalse de Cañada Mojada, que suministra agua potable a la localidad de Peguerinos.

La cabecera del río de la Aceña está formada por tres arroyos que parten de las laderas meridionales de Cueva Valiente, y que son: el de Collado Hornillo, el del Valle de Enmedio y el del Chubieco, donde nos encontramos.

A unos dos kilómetros de Peguerinos, río arriba, los tres arroyos se unen, entrando así a formar parte de la cabecera del citado embalse de la Aceña.

Rodeamos el embalse por su lado oriental hasta conectar con la pista que nos acercó al espolón de la presa. En este tranquilo y precioso rincón nos hicimos la foto de grupo y otras tantas del majestuoso entorno. Un remanso de paz bajo un mar de nubes que sus quietas aguas reflejan para aumentar, si cabe, su belleza.

Tras el breve descanso, proseguimos por la pista, que pronto abandonaríamos, nada más pasar un portón, para seguir por la derecha en busca del arroyo del Chubieco, que vadeamos para continuar, en leve ascenso, por el Rehoyo, una verde pradera salpicada de pinos.

Al conectar con el Camino de los Trampales, lo seguimos a la izquierda, entre un murete de piedra a nuestra derecha y un pinar al lado contrario. El camino termina en un portón que da acceso a un cruce de caminos, junto a unos corrales de carga de ganado.

Continuamos por el camino que, en suave cuesta, se dirige hacia el sureste, al poco alcanza un depósito de abastecimiento de agua de la urbanización de la que partimos y, siguiendo una de sus calles, llega al punto de inicio.

Dimos así por finalizada esta agradable ruta, que no el día, porque faltaba lo mejor de la jornada, la parrillada y otros manjares que junto a la rica paella hicieron de esta excursión el merecer un par de estrellas más, total 5 le otorgo.
Paco Nieto

FOTOS

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