martes, 23 de febrero de 2021

Excursión X265: Presa de la Aceña y Chorrera del Hornillo

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Puente de la Aceña
Final: 
Puente de la Aceña
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 10 Km 
Desnivel [+]: 520 m 
Desnivel [--]: 520 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 3

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
De las rutas de cascadas y chorreras que estamos haciendo últimamente, no podía faltar la del Hornillo, situada cerca de Robledondo, histórico pueblo nacido en el siglo XIV a la sombra de la Reconquista y cuyo nombre tiene su origen en los bosques de robles de la zona, en las inmediaciones de Santa María de la Alameda.

De todas las chorreras de la sierra, es ésta quizás la que más fácil acceso tiene, basta acercarse al aparcamiento de la pequeña área recreativa del puente de la Aceña, a poco más de 3 km del pueblo, y caminar menos de un kilómetro para llegar a ella. Aunque en nuestro caso, preferimos acercarnos primero a la presa de la Aceña y dejar la Chorrera para el final.

Salimos del aparcamiento, con un día espléndido y soleado. Cruzamos el puente sobre el río Aceña y seguimos la pista que sale a la derecha, paralela al río. Pasamos junto a una casa, al parecer ha funcionado como escuela de pesca, aunque no sé si sigue utilizándose para tal fin. Detrás tiene un par de mesas con bancos, que bien puede facilitar una agradable parada para descansar.

Al poco cruzamos por un puente de cemento el río Aceña, y tras la cerrada curva de la Retuerta volvimos a cruzarlo, ahora sin puente pero sin grandes dificultades, no así los tres siguientes, en los que tuvimos que echar más de una piedra al lecho del río para conseguir no mojarnos.

Tras el último cruce, giramos a la izquierda para subir por una pista ,que tras un par de curvas, alcanza el enorme muro de 66 metros de altura y 340 de longitud de la presa de la Aceña.

Fue construido en 1989 y, como curiosidad, las aguas del embalse pueden ser derivadas a través de un transvase en túnel al embalse de La Jarosa desde donde también pueden ser utilizadas para el abastecimiento de agua potable.

Tras la contemplación de las remansadas aguas del embalse, que estaba hasta arriba, regresamos sobre nuestro pasos para, antes de dar la primera curva, continuar de frente por la pista que pasa junto a una depuradora.

Antes de llegar a un portón, la dejamos para descender a la izquierda por una desdibujada senda que con cierta pendiente nos llevó de nuevo a las cercanías del río de la Aceña, en la Huerta de la Lobera.

Tras una curva, descendimos hacia una caseta de medición de caudal del río, cruzándolo por un puente de hormigón. Continuamos de frente, dejando una granja a nuestra derecha y comenzamos a ascender por el Camino del Hornillo, un sendero empinado que hay que tomárselo con calma para no sufrir demasiado, pero eso sí, va ganado en vistas.

Al llegar a la explanada del collado, algo nevado, con amplias panorámicas del embalse y de los dos valles, el de la Aceña y el del Hornillo, paramos a tomar el tentempié de media mañana.

Recuperadas las fuerzas tras el subidón, continuamos ascendiendo hacia el este, para internarnos en un hermoso bosque al que llaman el Pinarejo, no hace falta decir el porqué.

Al cruzarnos con una pista, la seguimos en dirección sur, cruzamos como pudimos el arroyo del Hornillo, que llevaba mucha agua y seguimos por la pista que deja el arroyo a la derecha.

A los pocos metros, la abandonamos para acercarnos a contemplar la Chorrera Alta del Hornillo, una sucesión de saltos de varias decenas de metros que no nos casábamos de hacerle fotos.

Recuperada la pista, enseguida la abandonamos para girar a la derecha y entre verdes prados y retazos de nieve, cruzamos el arroyo Majadahonda, aprovechando una estrechura, y que al poco entrega sus aguas al arroyo del Hornillo.

Por una zona muy encharcada y ante la atenta mirada de unas vacas que no dejaban de observarnos, nos fuimos acercando al arroyo del Hornillo para acompañarlo en su descenso, entre pinos, hacia la Cascada que lleva su nombre, nuestro objetivo de hoy, por la que se despeña desde unos 10 metros de altura con gran estruendo.

Tras disfrutar de su contemplación desde un mirador habilitado en su base, continuamos descendiendo el arroyo del Hornillo hasta cruzarlo por un puente y en plácido paseo por una amplia pista, arropada por un frondoso pinar, por el que era un placer caminar.

Al poco, llegamos al puente que cruza de nuevo el arroyo y da paso al aparcamiento donde habíamos dejado el coche.

Un suculento menú en una terraza de la estación de Santa María de la Alameda puso fin a este estupendo día. Por todo ello, esta excursión bien merece ser calificada con 4 estrellas.
Paco Nieto

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