sábado, 26 de marzo de 2022

Excursión X329: Pantano de Tibi

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Bar Xirau. Tibi
Final: Bar Xirau. Tibi
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 11 Km
Desnivel [+]: 277 m
Desnivel [--]: 277 m
Tipo: Ida y vuelta
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 10

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta




























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Nueva ruta con Raquel, que nos propuso conocer el histórico embalse de Tibi, del que había oído hablar.

La ruta la iniciamos en el aparcamiento situado junto al Mesón Maigmó y la gasolinera y restaurante Xirau, situado en la salida 482 de la autovía A-7, a poco más de 7 Km de Tibi.

Descendimos hasta el embalse por el Camino del Pantano, coincidente con el PR-CV 142, siguiendo la carretera asfaltada que sale desde el mismo punto donde aparcamos y que al poco pasa a ser de tierra.

El día, algo nublado y más bien fresco, era ideal para caminar sin los calores que se presume pueda haber en verano, porque la zona no tiene mucha sombra.

Cruzamos campos de olivos y almendros perfectamente alineados, que muy pronto se adornarán de flores con la llegada de la primavera, que les devuelva el colorido.

En la tercera revuelta del camino, dejamos a la izquierda la finca Ronesa, un hotel de cuatro estrellas especializado en la celebración de eventos que toma su nombre del cercano barranco de la misma denominación.

Siempre en dirección este, continuamos por el camino, con bonitas vistas de las montañas que rodean el valle, hasta alcanzar un puente sobre el río Montnegre, con una llamativa y sorprendente inscripción en honor a Carlos IV, en la que reza "CAROLVUS IV PATER PATRIAE PONTES VIAM QVE ROTIS PROVEXIT" en un espacio tan naturalizado y hasta cierto punto agreste.

Otro puente da acceso a la casa del pantanero y la que fue ermita de la Divina Pastora, del siglo XVIII, con una arquitectura singular por la excelente conservación de sus formas originales.

Destaca un escudo de la España de aquella época con la siguiente inscripción "SE CONSTRUYÓ ESTA HERMITA EN EL AÑO DE 1786 SIENDO JUEZ ADMINISTRADOR DEL PANTANO EL COMISARIO DE GRRA DON ANTONIO MONTARNILLA".

Esta construcción era el lugar de residencia del administrador del pantano y sala de reuniones.

La ermita, además de para el servicio religioso del administrador y trabajadores del embalse, jugaba un papel destacado en caso de avenida o desbordamiento de la presa, gracias a su campana, que formaba parte del sistema de avisos utilizado en la cuenca del Montnegre en casos de fuertes lluvias.

Tras un breve descanso, nos dirigimos a la estrecha cerrada por la que el camino invita a internarnos. Y al girar la vista, casi viniéndose encima de uno, más de 40 metros de sólida muralla se alzan imponentes desde hace más de cuatro siglos la presa de Tibi.

La monumentalidad de la presa está en consonancia con su antigüedad y con la grandeza de sus orígenes y al igual que otras coetáneas como Almansa, Elx o Relleu, se realizó por iniciativa y a expensas de los municipios, comunidades de regantes y señores territoriales que se beneficiaban de sus aguas.

El papel de la Corona, ostentada por los Austrias, fue tangencial, ya que el protagonismo principal lo tuvieron esas poblaciones inmersas en un crecimiento agrario y comercial centrado en el incremento de la productividad de cultivos especializados y enfocados a la exportación. Cambios que, al igual que otras regiones de Italia o los Países Bajos, supusieron importantes transformaciones sociales, económicas y paisajísticas.

También representa la aplicación de una innovación técnica, iniciada en Almansa, al aprovechar las propiedades del arco tumbado para construir altas paredes de contención y sin grandes grosores. Esta revolución en la ingeniería hidráulica supuso que Tibi fuera, durante siglos, la presa más alta del mundo, el modelo a seguir, gracias al trabajo conjunto entre el mundo de la ingeniería y los conocimientos endógenos de los maestros locales, que representa una etapa excepcional de la ingeniería renacentista, con repercusiones hasta nuestros días.

Las obras se iniciaron en 1580 con grandes expectativas, no obstante, las obras pronto se paralizaron por razones económicas. La posterior reactivación del proyecto, con una mayor intervención de la Corona, permitió la participación de prestigiosos técnicos que se desarrolló bajo la dirección de Cristobal Antonelli: la aplicación del efecto arco permitiría alcanzar alturas sorprendentes y una capacidad de retención de aguas desconocidas hasta el momento.

El agua aseguraba las cosechas de secano como cereal, viñedo, olivo y almendro, junto con algunos espacios de hortalizas y moreras. A resguardo de las heladas y con el agua correctamente repartida en momentos clave, las cosechas eran exitosas y constantes.

Inevitablemente, en estas sociedades hidráulicas, el agua cobró un valor muy superior al de la tierra. Existían, hasta no hace demasiadas décadas, propietarios aguatenientes, poseedores de muchas más horas de agua que de hectáreas de huerta, dedicados a vender y especular con las horas de riego.

La construcción de la presa obligó a armonizar el interés general de los regantes con esta poderosa oligarquía urbana, naciendo la dicotomía entre agua vieja y agua nueva (adscrita esta última a la tierra), cada una con sus respectivas files y horas.

La conflictividad hidráulica siempre estuvo presente, aunque a lo largo de cuatro siglos se idearon mecanismos de regulación, adaptados a las circunstancias de cada época, que han sido reconocidos internacionalmente por su eficiencia.

En 1594, agotados los recursos económicos, se dio por finalizada la presa con casi 43 m de altura -casi 10 m por debajo de lo proyectado inicialmente- un arco de 65 m de longitud y una anchura de 59 m en la coronación y sólo 9 m en el fondo de la cerrada.

A pesar de todas las innovaciones técnicas que se habían desarrollado en esta monumental obra -planta curva y altura, tomas de agua, aliviadero lateral- la limpieza de los tarquines acumulados por las avenidas representó un problema de difícil solución.

En relación con la mala evacuación de légamos, la presa sufrió desperfectos en 1601, y tal vez estuvieran éstos detrás de los graves daños sufridos por las compuertas en 1697, que inutilizaron la presa. 

No será hasta finales de 1738 cuando se pueda de nuevo almacenar agua, ya de forma casi ininterrumpida hasta nuestros días, salvo averías menores, labores de limpia y refuerzos de la pared.

La presa ha conseguido resistir importantes avenidas de agua, como la de 1793, cuya memoria queda reflejada en una inscripción en el estribo septentrional de la presa que recuerda el nivel alcanzado por las aguas y da idea de la enorme cascada que debió formarse, sin ocasionar desperfectos importantes.

Fue la presa más alta del mundo durante cerca de tres siglos, solo superada durante un tiempo por el malogrado pantano de Puentes, que retuvo las aguas del río Guadalentín entre 1785 y 1802. La infraestructura del pantano consta además de una serie de obras secundarias que controlan y distribuyen las aguas almacenadas.


Los azudes de Mutxamel, Sant Joan y El Campello son obras muy notables y permiten entender también la magnitud de las ocasionales crecidas del río. Junto con la compleja red de acequias y partidores, básicamente desmantelada o entubada por el inmisericorde proceso de urbanización sufrido por la Huerta de Alicante, aportaba al conjunto un gran valor patrimonial.

El pantano es un ecosistema artificial y el río Montnegre, uno de los más antiguos ejemplos de río completamente represado. Pero sus más de cuatro siglos de existencia aportan al medio indudables ventajas ecológicas. Hasta el embalse se le denomina río Verde, a partir del pantano, río Montnegre y llegando a El Campello, río Seco.

La presencia de una laguna de agua permanente ha enriquecido el mosaico de ambientes que podemos encontrar en el entorno del pantano, dominado por pinares, roquedos verticales, barrancos, olmedas y cañaverales junto con pequeñas huertas.

Las aguas del pantano, caracterizadas por su tonalidad variable de verdes oscuros, en ocasiones turquesa y azules profundos, cuando no negros, destacan en su contacto abrupto con las orillas rocosas. 

Cuando se alcanza la presa y el abismo que le acompaña en el paramento aguas abajo, la perspectiva se abre para ofrecer un territorio donde el agua ha determinado singulares paisajes de huertas conectadas por el río y sus acequias y profundos barrancos, en un entorno marcado por la aridez.

El ascenso por la escalera, tallada en la piedra a finales del siglo XVIII, resulta una experiencia emocionante que permite observar la pared en toda su dimensión.

En la culminación, junto a la señal que indica la altura alcanzada por las aguas en la riada de la noche del 7 al 8 de septiembre de 1793, puede observarse también una placa conmemorativa de la visita del ministro Rafael Gasset en 1900, con motivo de la inauguración de las obras de recrecimiento y modificación de la galería de desagüe.

Fueron una de las últimas obras de entidad acometidas en la presa que, con sus cuatro siglos de existencia, ostenta el título del embalse en funcionamiento más antiguo de Europa y el precursor de las presas modernas.

Con cuidado de no resbalarnos con el agua que pasa por encima de la presa, la atravesamos, no sin antes hacernos un montón de fotos.

Junto con estos valores ambientales y paisajísticos, la monumentalidad de la presa esconde también en su entorno un patrimonio asociado de enorme valor y multitud de detalles para descubrir. Junto con la casa del pantanero, la ermita y el puente, visitamos también las casas de los obreros, con la fuente y lavadero del pantano y una inscripción de estilo neoclásico conmemorativa de la construcción de dicha fuente en 1795.

Y un poco más arriba, los restos del horno de cal utilizado para la construcción de la presa. En la cerrada, junto a las imponentes galerías donde se realizaban las peligrosas operaciones de desagüe, puede observarse el trazado de la Acequia de los Enamorados, que transcurre colgada y parcialmente escondida en la roca y que parece tener un origen romano, cuando se canalizaron las aguas provenientes de la Font de l'Alcornia.

Iniciamos el regreso por el mismo sendero PR-CV 142 marcado con las líneas blancas y amarillas, con unas preciosas vistas del embalse conforme subíamos por las zetas que minimizan la fuerte pendiente.

Conectamos con el Camino del Pantano y volviendo sobre nuestros pasos, regresamos al punto de inicio, donde en el restaurante Xirau degustamos un estupendo arroz con caracoles que puso el broche final a esta excursión que bien se merece 4 estrellas por todo su valor paisajístico e histórico.
Paco Nieto


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