lunes, 5 de abril de 2021

Excursión X276: Las Pirámides y La Cara de la Pedriza

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Canto del Berrueco. Manzanares el Real
Final: Canto del Berrueco. Manzanares el Real
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 11,3 Km 
Desnivel [+]: 706 m 
Desnivel [--]: 706 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 10

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta




















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Había ganas de hacerle una visita a las solitarias pirámides de La Pedriza, que algunos del grupo no conocían y se veían atraídos por el misterioso enigma no resuelto de quién las puso allí y por qué.

Con un espléndido día, nos acercamos con los coches a la pista forestal cercana al Canto del Berrueco, en la Pedriza Anterior, en la parte oriental de Manzanares El Real. Comenzamos a caminar por esa misma pista, coincidente con el Cordel de Prado Herrero y el antiguo GR-10, en dirección norte, hasta alcanzar un cómodo puente sobre el Arroyo de Santillana, que cruzamos tras pasar por un portón.

Dejado el cordel, continuamos por el Monte de Las Pedrizas, El Rincón y el Jaralón, dejando a nuestra izquierda las Casas del Jaralón, finca que fue adquirida por la Comunidad de Madrid.

Un poco más adelante, la pista realiza una cerrada curva a la izquierda, la seguimos, dejando a la derecha la que asciende al Collado de la Dehesilla por el Hueco de Coberteros, zona por la que regresaríamos a la vuelta.

Una curva más y unas ruinas de ladrillos a nuestra derecha nos anuncian que estamos cerca de la Gran Cantera de gneis, a la que nos acercamos siguiendo un sendero poco marcado, que enseguida nos deja en la parte superior de la Gran Cantera que sirvió, entre otras cosas, para extraer el granito de las traviesas de la línea ferroviaria Madrid-Irún.

Impresiona contemplar esta gran brecha de unos 10 metros de ancho por unos 15 de alto y de casi un kilómetro de largo.

En sus alrededores todavía podemos ver los restos de las construcciones que en su día se usaron para la explotación. Con el abandono de la actividad minera se volvió a los usos tradicionales de los terrenos, principalmente pastos y reservas de agua para el ganado.

Recuperada la pista, continuamos por ella, ascendiendo en dirección suroeste, por el zigzagueante camino, que tras media docena de curvas acaba en una valla con la puerta cerrada a cal y canto, pero que no es necesario cruzar, pues la ruta continua hacia el oeste, por un desdibujado sendero que surge a la derecha de la misma, señalizada escasamente por hitos de piedra.

Nada más iniciar el recorrido, contemplamos un nutrido grupo de cabras que echaron a correr al acercarnos, poco antes de llegar a una alambrada, que sorteamos por su extremo izquierdo, con mejor paso, iniciando desde aquí un ascenso con cierta pendiente, entre rocas que nos ofrecían estupendas vistas del cerro de San Pedro y los embalses de la zona, el de los Palancares, muy pequeño, y el muy extenso de Santillana. Conforme ascendemos nos íbamos encajonando entre grandes rocas.

Al alcanzar la cumbre del estrecho paso, formado por el Cerro del Jaralón, a nuestra izquierda y otro risco a la derecha, se abre a nuestra vista una gran explanada, al norte de Peñas Sordas, y en la que se ubican las ahora tres pirámides objetivo de nuestra excursión, porque hace tres años, cuando las conocí por primera vez había sólo dos.

La que está junto a una roca que parece una foca es nueva, ¡otro misterio que añadir al enigma!

Descendimos hacia ellas sorprendiéndonos su altura, de unos dos metros, y su construcción, realizada con multitud de piedras perfectamente encajadas, en forma de pirámide con una base cuadrada de unos tres metros de longitud. integradas en el entorno, ya mágico de por sí, y al que las pirámides añaden un halo de misterio y fascinación, cercano al que debió sentir Napoleón cuando contempló por primera vez las de Egipto.

Tras las inevitables fotos junto a las enigmáticas pirámides, nos marchamos con las mismas incógnitas que traíamos de quién, por qué y cuándo se han construido.

Caminamos en dirección suroeste, ascendiendo de nuevo, siguiendo una empinada senda, mucho mejor definida, que deja el Risco del Águila a nuestra derecha, con estupendas vistas del Hueco de Cobertero, la Pedriza Posterior y la Cuerda Larga y que, entre rocas ciclópeas por rincones muy bellos, alcanzaba las Cuatro Damas y a su lado la Cara, singulares riscos que al trasluz nos mostraban sus sorprendentes parecidos con las figuras que les dan nombre.

En sus proximidades, nos aposentamos para tomar los merecidos bocadillos y descansar, bajo un reconfortante sol y estupendas vistas del entorno de tan conocidos riscos, reconfortados por saber que ya habíamos ascendiendo prácticamente todo lo previsto y que en adelante solo quedaba bajar.

Pensando en ello, nos pusimos de nuevo en marcha, enlazando enseguida con el PR-M1, coincidente en este tramo con la Senda Maeso, por la que continuamos, a nuestra derecha, en dirección noroeste, iniciando con bastante pendiente, un entretenido descenso hacia el collado de la Dehesilla.

Paramos poco en el collado, porque estaba tomado por un pequeño grupo de senderistas, por lo que nos encaminamos enseguida, siguiendo el arroyo de Coberteros, hacia El Berrueco, origen y destino del día.

El sendero, coincidente con el antiguo GR-10, está bien marcado y pasa por paisajes muy bellos, inundados de flores en honor de la primavera, que oteamos desde los balcones naturales que se iban presentando.

Al pasar junto a una de las entradas de la gigantesca grieta abierta por la Gran Cantera, nos internamos en ella, contemplando con cierto asombro un enorme derrumbe de rocas, al parecer provocado en los trabajos que se están haciendo para tapar la alargada cicatriz de la cantera, lo que sin duda ocasionará opiniones contradictorias a favor y en contra.

Desde la cantera sólo había que regresar hasta El Berrueco por el mismo camino que habíamos tomado en la mañana.

Para celebrar el fin de tan estupenda excursión,  quisimos ir a comer a un bar que conocía Teresa en Manzanares el Real, pero cuando llegamos estaba al completo y acabamos tomándonos los becadillos junto a una fuente cercana, aunque eso sí, los cafés como señores, a mesa puesta, dando así por terminada esta bonita excursión de parajes enigmáticos y sorprendentes, que se merece 5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

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