Inicio: Club La Herrería
Final: Club La Herrería
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 12,8 Km
Desnivel [+]: 579 m
Desnivel [--]: 579 m
Distancia: 12,8 Km
Desnivel [+]: 579 m
Desnivel [--]: 579 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 8
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
Valoración: 4
Participantes: 8
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
* Mapa 3D (archivo kmz)
RUTA EN WIKILOC
* Ver esta ruta en Wikiloc
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RESUMEN
A veces, la elección de una ruta obedece a criterios muy meditados, en función de la climatología, oportunidad estacional o el deseo de subir a un pico concreto, pero en otras, cómo ésta, son fruto del azar.
Y es que fue la casualidad la que hizo que cayese en mis manos una ruta que un ciclista había realizado por la Herrería, en la que había subido por una sucesión interminable de zetas, 16 decía, y efectivamente bien contadas salen 16.
Quedándome solo con ese tramo de su larga excursión, añadí lo necesario par hacerla llegar al puerto de Malagón y descender des allí por el precioso bosque de hayas de San Lorenzo y ya está, ruta diseñada.
Bueno aún no, hacia falta definir el punto de salida, y aquí la cosa se complicó, porque había muchas opciones, pero otro factor a tener en cuenta en el diseño, aclaró pronto el dilema. ¿Ruta con bocadillo o con comida a mesa puesta?. La votación se decantó, como era de esperar por la segunda opción. Pues ya está salimos del Club de Golf de la Herrería, donde según parece ofrecen un buen menú.
Y así fue como nos reunimos en el aparcamiento de entrada de este complejo deportivo para iniciar esta ruta llena de curvas y de otros muchos alicientes.
Echamos a andar por el bonito paseo de Carlos III, nombre como se llama este tramo de la carretera de Robledo de Chavela, en dirección suroeste, dejando grandes chalets, de los de antes, a nuestra derecha, hasta alcanzar el arroyo de los Castaños, donde un soberbio ejemplar de ellos junto a la carretera justifica de por sí el nombre del arroyo.
Por una abertura de la valla metálica, accedemos al castañar, que junto a robles y pinos embellecen el lugar. Uno de los muchos carteles que jalonan el camino nos avisa que también pasamos junto a torvisco, más adelante, otros de que lo hacemos junto a un fresno, un sauce, escaramujo o un cerezo silvestre. Bonito recorrido botánico, en el que por no faltar, hasta bancos de madera tiene, por si se cansa uno.
Entretenidos con tanta variedad arbórea, casi sin darnos cuenta alcanzamos la parte final de La Horizontal, el camino que haciendo honor a su nombre, recorres la ladera apenas sin desniveles. Enseguida la dejamos para seguir por una estrecha senda que asciende hacia el oeste.
Pasamos un portón y tras una curva alcanzamos una pista que seguimos hacia nuestra izquierda, con las Machotas de frente, en la que un nutrido grupo de vacas descansaba en mitad del camino. Pasamos entre ellas con cierto reparo porque había varios terneros y nuestras perros se pusieron algo nerviosos.
Superado el colladito, nos desviamos a la derecha para iniciar el ascenso por las 16 zetas. La senda, más estrecha de lo que pensaba, zigzaguea una y otra vez entre pinos hasta completar las 16 curvas que le dan nombre y que minimizan sobremanera la pendiente de la ladera por la que estamos subiendo.
Tras la última zeta seguimos un amplio sendero que nos lleva al área recreativa de los Llanitos, en la que una casa pintada de amarillo alberga el Centro de Educación Ambiental. A su lado un pinar con bastantes mesas de madera, repartidas en tres bancadas, nos sirvieron para tomar a cubierto del sol el tentempié de media mañana.
Costó varias llamadas poner al personal de nuevo en marcha, porque se estaba francamente bien allí, al fin logramos juntarnos alrededor del Olmo de los Llanillos, catalogado como Árbol Singular número 244 por la Comunidad de Madrid. Un hermoso ejemplar que tiene una edad aproximada de 150 años, con una altura de 23 metros, una copa de 16 metros, y un perímetro del tronco de 3,15 metros.
Continuamos por un sendero muy plano hasta conectar con la carretera de Peguerinos a El Escorial, por la que seguimos ascendiendo, recortando un par de curvas hasta alcanzar el puerto de Malagón, que con sus 1523 metros de altura, sería la máxima cota de la ruta.
Tras contemplar el embalse del Tobar y el abierto valle que separa Robledondo de Peguerinos, iniciamos el descenso.
Nos cruzamos con un buen número de corredores, que con dorsal a la espalda subían y bajaban de Abantos para una prueba de acceso a Técnico Deportivo de Montaña, en la que tenían que recorrer 15 km, con 1493 metros de desnivel, en menos de 4h 30m. Ya les dijimos que a nuestro grupo para hacer eso, le sobraba la mitad del tiempo, ja, ja.
Al llegar al descansadero de Malagón, dejamos la carretera y nos internamos por la izquierda en la Senda del Silencio, un bonito sendero que desciende entre pinos y alguna que otra haya. Un pequeño desvío a la izquierda nos acercó a la fuente del Trampalón, donde nuestros perros se remojaron a placer.
Retomamos la senda por la que continuamos descendiendo en dirección sureste, internándonos en un bosque declarado Paisaje Pintoresco en 1961, que alberga un impresionante pinar de repoblación de más de cien años de antigüedad, ordenado con criterios paisajísticos, con pino resinero y laricio en las partes bajas y pino de Valsaín en las altas. Junto a ellos otras especies introducidas como hayas y alerces.
Sin duda, sobresale entre todos ellos el pequeño pero precioso hayedo que repoblaron los estudiantes y profesores de la Escuela de Ingenieros Forestales desde 1870, y que escondido entre el pinar es muy desconocido para la mayoría de los madrileños, pero que tiene unos hermosos ejemplares que nada tienen que envidiar a los del Hayedo de Montejo, que con sus 250 hectáreas de hayas, es el más popular en la Comunidad de Madrid. Éste de San Lorenzo está mucho más cerca, sin restricciones de acceso y de irresistible belleza.
Son árboles procedentes de una replantación del siglo pasado que han logrado adaptarse y prosperar a pesar del ganado vacuno de la zona y que han sembrado el camino de árboles jóvenes. Su cifra se sitúa por debajo del centenar.
Pasamos por el Mirador de los Alerces, de bonitas vistas del valle y de los riscos al sur de Abantos. Tras una breve paradas para las fotos, continuamos disfrutando de un paseo entre hayas y alerces hasta cruzar la carretera y proseguir por la senda que enseguida sale a la izquierda, pasa junto a la fuente y pilón de Santiago Arroyo y se dirige hacia la presa del Romeral, que estaba por debajo de la mitad de su capacidad.
Giramos a la derecha para enseguida llegar al restaurante La Horizontal, en cuya terraza daban ganas de quedarse a comer, pero lo dejamos para otra ocasión, prosiguiendo por este agradable camino, bastante plano, como era de esperar.
Pasamos un portón y rodeando una urbanización, cruzamos el arroyo del Arca del Helechal, pasamos junto a una curiosa capilla incrustada en unas rocas.
En ella hay una placa en la que pone: “Ave María. MCL XXXVIII”. Lo que indica que data del año 1987. Abajo se ve la figura de la Virgen Inmaculada.
Por lo que he sabido, cuentan que el autor de esta iniciativa popular fue un albañil que participó en la reconstrucción del sanatorio de tuberculosis que ahora se conoce como el hospital de San Lorenzo de El Escorial. Nadie recuerda su nombre, pero sí el apodo “Tolín” por alguna promesa suya a la virgen a modo de ofrenda.
Un poco más adelante, al llegar a una curva, tocaba dejar La Horizontal par acortar el camino y no tener repetir el trayecto de esta mañana, por lo que sin senda y entre jaras buscamos la mejor manera de llegar al arroyo de los Castaños, resulto el corto tramo más penoso de lo esperado, por lo que recomiendo seguir por el cómodo camino aunque se de más vuelta.
Una vez en el lecho del arroyo, todo fue más fácil, y pronto alcanzamos un pequeño acueducto, donde giramos a la izquierda para seguir por la calle Nogales, atravesando la urbanización de magníficos chalets y que va a dar a las puertas del Club de Golf de la Herrería.
Desde el aparcamiento al restaurante no hay mucho y el paseo es muy agradable entre los verdes prados donde los jugadores se afanaban en golpear la pelota hasta los hoyos. En el restaurante degustamos un estupendo menú mientras nos deleitábamos con excelentes vistas del Monasterio.
Desde allí, reconfortados y descansados, regresamos al aparcamiento en cómo paseo, dando así por finalizada esta bonita ruta que bien se ha ganado 4 estrellas.
Paco Nieto
Paco Nieto
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