lunes, 7 de septiembre de 2020

Excursión X232: Senda Whistler y Cuerda de las Cabrillas

FICHA TÉCNICA
Inicio: El Ventorrillo
Final: El Ventorrillo
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 13,5 Km 
Desnivel [+]: 633 m 
Desnivel [--]: 633 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Antes de nada hay que decir que en realidad en esta excursión hicimos dos rutas en una. La primera bucólica, apacible y sombreada, siempre cerca del agua del Regajo del Puero; y la otra montañera, aérea y exigente por la cresta de las Cabrillas.

Tan variada composición hizo las delicias del grupo, que unido al buen tiempo, otorgó por uannimidad la máxima nota a esta aventura.

Con una mañana más bien fresquita, aparcamos en El Ventorrillo, en la carretera N-601, e iniciamos la marcha dirigiéndonos al amplio camino que nace junto a las instalaciones de viabilidad invernal situadas un poco más arriba.

Por la amplia pista que nace allí mismo, pusimos rumbo al Valle de Navalmedio, en dirección noreste, descendemos muy suavemente entre grandes pinos bermejos, cruzamos el Regajo de los Baldíos para, dejando a nuestra derecha el Camino del Calvario, girar hacia el noroeste.

Enseguida dimos con un viejo conocido: El Pino de la Cadena, árbol que a modo de pulsera tobillera, tiene una cadena en su base con letras en rojo. Su historia de amor de un hijo a su padre la cuenta un cartel que hay junto a él, resumida en lo que pone en la cadena: «A su querida memoria, 1840-1924». Este pino está catalogado como árbol singular de la Comunidad de Madrid con el número 142.

Unos metros más abajo alcanzamos el arroyo de Matasalgado, y poco antes el inicio de la Senda Whistler, una de las muchas sendas que surcan los extensos pinares que cubren las vertientes del valle de Navalmedio.

Una senda entre pinos cargada de historia, de la época en que los primeros descubridores de la Sierra de Guadarrma, ligados al Club Alpino, trazaron nuevas rutas por lo que antes solo eran caminos de pastores en el mejor de los casos.

Un nuevo vadeo del arroyo de Matasalgado y una curva a la derecha, nos deja junto al Regajo del Puerto, el arroyo que nace en el puerto de Navacerrada.

La senda sigue en dirección norte su empinado cauce, con su murmullo y sus pequeños saltos y pozas, a pesar de lo avanzado del estiaje.

Nos recreamos con su discurrir, conforme ascendíamos, rodeados de helechos, vadeándolo hasta en tres ocasiones, siguiendo esta senda que para mí, no siendo tan cómoda como el Camino del Calvario, que va a media ladera unos metros más arriba, es con diferencia, mucho más bella.

A falta de unos 500 metros para llegar a la estación del puerto de Navacerrada, la senda gira a la izquierda, se aleja del arroyo, pasa por una preciosa pradera, donde nos tomamos un respiro, para al poco llegar a los edificios de la estación.

A los pies de la Ermita-Refugio de la Virgen de las Nieves esperamos para reagruparnos y acometer el último tramo hasta el puerto. Cruzamos las vías, nos acercamos a la estación que estaba cerrada por las obras de renovación del tren de la naturaleza, la línea que une Cercedilla con el puerto de Cotos.

Conectamos con el Sendero Arias, giramos a la izquierda, bordeamos una casa en ruinas, y alcanzamos el puerto de Navacerrada, justo al lado del monumento de homenaje al montañero.

En la terraza del bar Dos Castillas nos tomamos el tentempié de media mañana, sin poder acompañarlo de nada más por estar el bar cerrado.

Con fuerzas renovadas, iniciamos la otra excursión, la que nos llevaría de nuevo al punto de partida, pero por las crestas puntiagudas de la Cuerda de las Cabrillas, todo un rosario de riscos cercanos a los dos mil metros de altura, que se erigen al sur del puerto de Navacerrada y corren paralelos a la sierra de la Maliciosa, la que nos queda a la derecha cuando subimos al puerto de Navacerrada por la carretera.

Hacia ella nos fuimos siguiendo la senda que deja las pistas de esquí a la izquierda y alcanza el collado de la Barranca, ya en la cuerda de las Cabrillas, desde el que se tiene unas soberbias vistas de este valle, de la Maliciosa y del camino que hemos seguido en el ascenso hasta el puerto.

La idea era sortear todos los riscos que se encuentran en la espina dorsal, nunca mejor dicho, de la cuerda, tarea no sencilla porque cruzar algunos de ellos no es fácil.

Por ello, Emilio optó por rodearlos siguiendo la apacible senda de la Tubería que corre paralela a la cuerda, en la vertiente del valle de la Barranca. Sin duda es la mejor alternativa si no se cuenta con el tiempo adecuado o suficiente capacidad de sufrimiento.

El resto del grupo, ávido de aventura nos atrevimos a seguir el rectilíneo track que pasa por cada una de las cumbres. El resultado final ganó en vistas y diversión, lo primero porque desde lo alto de cada risco pudimos disfrutar de la incomparable visión de la Bola del Mundo, La Maliciosa, el Valle de la Barranca, Navacerrada, mirando al este, y de Cercedilla, el Valle de la Fuenfría, el de Navalmedio, La Peñota, Peña el Águila y Siete Picos mirando al oeste. Y lo segundo porque trepar y destrepar riscos es más apasionante que andar por cómodo camino, aunque eso sí, más arriesgado y exigente.

Así que, una vez en la cuerda, superamos, a modo de aperitivo, el Risco de Emburriaderos, que con sus 1959 metros es el más alto de todos, aunque no el más escarpado ni complicado. Nos amenizó la travesía un numero grupo de cabras, que sin demasiado temor hacia nuestra presencia se apartaron del sendero perezosamente cuando ya estábamos prácticamente a su lado.

Desde los riscos saludamos a Emilo, con el que quedamos en el Collado de Emburriaderos (1.847 m), por juntarse allí momentáneamente ambos recorridos. A los pocos metros le dejamos para quedar luego en el Mirador de las Canchas, él siguiendo la tubería, nosotros de nuevo haciendo el cabra por los riscos de la cresta.

Envalentonados, le hincamos el diente a Peña Horcón, un hueso, más difícil de roer que el anterior, compuesta en realidad por varios riscos, el de mayor altura de 1.879 metros, que pusieron a prueba nuestras dotes de sortear piedras y más piedras, aunque desde ellas, hay que confesarlo, obtuvimos las mejores panorámicas de Siete Picos, la Bola del Mundo, La Maliciosa, el Valle de la Fuenfría y el de la Barranca, compensación suficiente para tanto trepe y destrepe granítico.

En uno de estos riscos tuvimos que buscar el mejor modo de superarlo, guiados más por la intuición que por el track, que de poco vale cuando la decisión de por dónde seguir varía medio metro de las posibles alternativas, unas imposible de continuar y otras con solución de continuidad.

Después de ésto, subir la roma Peña Pintada (1.858 m) fue un paseo, como la bajada desde ésta al Mirador de las Canchas (1.765 m), palco de lujo para contemplar La Maliciosa, donde nos esperaba desde hacia un buen rato Emilio.

A la sombra de un hermoso pino dimos cuenta de los bocadillos, para después hacernos la foto de grupo aprovechando la presencia de unos chavales.

Desde el Mirador de las Canchas bajamos por la senda que esquiva las múltiples curvas de la pista que conduce a la explanada donde hasta el año 1994 estaba situado un lugar de leyenda: el Real Sanatorio de Guadarrama, más conocido como 'Walpurgis', desde el que en sus ruinas se rodara la película La noche de Walpurgis (1971). Hoy solo queda unos carteles y lo que debió ser el brocal de un pozo.

Desde allí, en rápido descenso, bordeando Peña Entorcal, unas veces por pista y otras por senda, alcanzamos de nuevo el aparcamiento del Ventorrillo, donde habíamos dejado los coches.

Las cervezas de fin de ruta nos las tomamos en Las Postas, que aunque estaba cerrado, nos fue suficiente sus escaleras de entrada y los botes comprados en la gasolinera, dando así por finalizada esta magnífica excursión 2x1, llena de contrastes, entretenida y con impresionantes vistas que, como dije al principio se ha ganado por unanimidad 5 estrellas.
Paco Nieto

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