lunes, 28 de octubre de 2019

Excursión X196: Río Guadarrama por el puente del Retamar

FICHA TÉCNICA
Inicio: Villanueva del Pardillo
Final: Villanueva del Pardillo
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 16,8 Km 
Desnivel [+]: 306 m 
Desnivel [--]: 306 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 3,5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Al río Guadarrama le he visto nacer en el valle de la Fuenfría, a unos 1900 m de altitud, dentro del término municipal de Cercedilla, en la ladera sur de la sierra a la que da nombre. Le he acompañado por varios de sus tramos más significativos, pero por donde discurre en esta excursión, discretamente y sin hacerse notar, es la primera vez.

Su nombre deriva de la expresión árabe guadiarrámel, que se traduciría al castellano como río del arenal. Tiene un recorrido de 131,8 km de norte a sur y desemboca en el río Tajo, por tierras de Toledo.

Para seguir su ribera nos acercamos a Villanueva del Pardillo, aparcamos en la parte norte de la urbanización de Las Vegas y enseguida buscamos su cauce dirigiéndonos hacia el oeste. En este punto el río pasa por una pequeña represa y baja revuelto entre un denso matorral y vegetación de ribera que nos dificultó sobremanera el acompañarle en su descenso.

Por fin logramos llegar a los puentes que lo cruza, el nuevo de la carretera M-509, a bastante altura, y el antiguo, por el que cambiamos de orilla para remontar su margen izquierda, siguiendo una senda muy próxima a su cauce.

Sin apenas darnos cuenta, por estar seco, cruzados el Barranco de la Vigüela y a continuación pasamos bajo la conducción del embalse de Valmayor-Majadahonda, tres impresionantes tuberías de enormes proporciones suspendidas en grandes pilares de cemento.

Cercanos al río, continuamos remontándolo, llegamos al arroyo de la Puentecilla, y a los restos de una gravera entre frondosos árboles y algún que otro seco plagado de hongos, quizás el motivo de su muerte.

Siguiendo los meandros del río, pasamos junto al Cerro de Casa Postas, apenas perceptible por su baja altura, y conectamos con el Camino Virgen de Retamar, sin duda, el tramo más bonito de la ruta.

El camino, muy pegado al río presenta todo tipo de flora de ribera, como zarzamoras, fresnos, juncos, sauces, chopos, todos ellos identificados por carteles informativos, en los que también se detallan las aves y peces que se pueden encontrar por la zona.

Unas mesas y bancos de piedra facilitan el poder disfrutar de una merienda junto al río, muy próximo ya al puente del Retamar, bonito rincón donde se erige esta soberbia construcción del siglo XVIII, en las proximidades de la urbanización Molino de la Hoz, junto a la carretera comarcal M-505, en el límite de los términos municipales de Las Rozas de Madrid y Galapagar.

Cerca del enclave donde ahora se asienta el puente estuvo la antigua aldea de Santa María del Retamar, fundada por repobladores madrileños en la primera mitad del siglo XII y abandonada a finales del siglo XIV.

De esta desaparecida población no queda más rastro que su topónimo, aplicado actualmente al puente, al área recreativa donde éste se halla y a una imagen religiosa, que se venera en la Iglesia de San Miguel, de Las Rozas.

Por su situación a los pies del Puerto de Galapagar y en una zona donde el Guadarrama amplía su valle, Santa María del Retamar siempre fue un lugar muy transitado y paso obligado para salvar el río.

Aquí confluían varios caminos comarcales, que, en el último tercio del siglo XVI, cobraron cierta importancia dentro de la red viaria del centro peninsular, debido a la fundación del Monasterio de El Escorial.

Pero, ante la carencia de infraestructuras que facilitasen un paso rápido y cómodo del río, los desplazamientos de la Corte se hacían preferentemente por el Camino de Valladolid, que unía Madrid con el Real Sitio a través de Torrelodones, Collado Villalba y Guadarrama.

La decisión de levantar un gran puente en la zona de El Retamar se tomó durante el gobierno del Marqués de la Ensenada (1702-1781). Fue construido en el contexto de las obras del Real Camino de Castilla y Galicia, con el objetivo de hacer transitable el paso del Guadarrama a los carros, algo imposible hasta ese momento.

Cruzamos el histórico puente, ahora cerrado al tráfico, y tras pasar una barrera, continuamos por la Cañada Real de Merinas, antiguo Camino del Paredón, que debe su nombre a las paredes que consolidaban la calzada. Al poco, cruzamos el arroyo del Cancho, pudiendo observar a la derecha los restos del Puente Caído, único aún medio visible de los varios que se construyeron hacia 1737, reinando Felipe V, y que fueron destruidos por riadas y la erosión.

Este camino está relacionado con la construcción del puente del Retamar, al ser ambos elementos históricos construidos con la idea de crear un itinerario Real lo más directo posible de Madrid a San Lorenzo de El Escorial.

Por él ascendimos hasta poco antes de alcanzar el Cerro del Paredón, donde iniciamos el regreso descendiendo por el Camino de las Viñas, dejamos a la derecha el Cerro Periquín y la Casa del Cacho Grande, en penoso estado de conservación.

Tras un breve descanso para comer, continuamos el descenso hasta alcanzar la Casa Vinatea, fuertemente vallada por un muro de cemento y con signos de estar habitada o al menos utilizarse. Una pequeña subida nos llevó al Cerro del Búho, descendiendo a continuación por la Loma Vinatea, cruzamos el cauce seco del arroyo de Carcalacueva, que pocos metros más abajo entrega sus aguas al río Guadarrama.

Continuamos unos metros por el Camino de Retamar, abandonándolo para seguir por el que sale a la derecha en dirección sur, que comienza siendo de tierra por el Llano de la Monja y acaba estando asfaltado al llegar a la ganadería Priégola, donde cruzamos el arroyo de Huellas Mojadas y la conducción Valmayor-Majadahonda, ahora soterrada.

Dejamos a nuestra derecha una lujosas mansiones ajardinadas para enseguida lacanzar el aparcamiento donde habíamos dejado los coches, finalizando así esta excursión que califico con 3,5 estrellas.
Paco Nieto

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