lunes, 14 de mayo de 2018

Excursión X136: Los Tejos del Valle de la Angostura

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Isla

Final: La Isla
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 17,4 Km 
Desnivel [+]: 455 m 
Desnivel [--]: 455 m 
Tipo: Ida y vuelta
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 9

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
El puente de San Isidro en Madrid ha propiciado el realizar esta ruta, que contaba con varios alicientes, por un lado, pasear por un lugar con encanto y mucha agua y por otro, disfrutar de una buena comida como recompensa tras el esfuerzo.

Para ello, quedamos en el aparcamiento del restaurante Los Claveles, a pocos metros de la zona recreativa de la Isla, por la que comenzamos a remontar, por su margen izquierda, el río Lozoya, que por aquí aún se llama arroyo de la Angostura.

Al poco, nos deleitamos con el espectáculo visual y sonoro que es el salto de agua de la presa del Pradillo, en la que se desbordaba más agua que nunca, en un intento de emular a las cataratas del Iguazú. Contemplar cómo las aguas quietas y tranquilas del embalase, de repente se tornan bravas y salvajes, es de una belleza inconmensurable.

Tras las inevitables fotos, continuamos por la senda que asciende pegada al agua, pasando junto a la estación medidora del caudal, que da paso a un por momentos escarpado repecho, para luego serenarse en praderas a la ribera del arroyo.

Junto a una de ellas, se abre un claro en la que el estruendo del agua vuelve a ser más prodigioso, estamos junto a un pequeño salto que precipita todo el agua del arroyo por un estrecho paso entre las rocas, cayendo en una poza en la que en verano doy fe que es un placer bañarse.

Aguas arriba, la ortografía del terreno nos obligó a alejarnos del arroyo, continuando por la pista que al poco nos deja a las puertas del romántico puente de la Angostura. Medio en penumbra, rodeado de vegetación y musco, es uno de los rincones más bellos de este valle de la Angostura, que toma su nombre precisamente del estrechamiento rocoso existente en el puente.

Al cruzar el puente, cambiamos de margen por la que seguir remontando el arroyo, haciéndolo ahora por la derecha. Cruzamos una extensa pradera para encontrarnos con otro rincón de singular belleza, la que es sin duda la mejor poza del valle, una piscina natural que hace las delicias de muchos en la época estival. Aunque algunos estaban expectantes, hoy no tocaba baño, se me había olvidado el bañador, ja ja.

Continuamos por el Camino de las Vueltas, ascendiendo arroyo arriba por la pista que se aleja un poco del arroyo para luego acercarse a él hasta cruzarlo por el puente de madera de los Hoyones, cambiando así nuevamente de orilla. Al poco, nos encontramos con el arroyo de la Laguna Grande de Peñalara, que junto con el  de las Cerradillas y el de Guarramillas forman las fuentes del Lozoya.

Intentamos cruzar por un vado de piedras y cemento, pero nos fue imposible debido al enorme caudal que llevaba el arroyo, por lo que regresamos para continuar el ascenso por la misma orilla. En el puente que cruza el arroyo del Toril paramos a tomarnos el tentempié de media maña, con el rico vino que nos trajo Jorge.



Continuamos, cruzando por un puente el arroyo de la Angostura, para al poco dejar la pista que llevábamos para seguir por la de la derecha, que cruza el arroyo de las Cerradillas y pocos metros más allá se convierte en una senda que a poco más de 100 metros nos dejó a los pies de los lonjebos tejos.

En este recóndito paraíso contemplamos el gran tejo milenario y un par de ejemplares más jóvenes que hay junto a una impresionante chorrera de dos saltos, por la que caía agua con inusitada fuerza. Sin duda, para los que no la conocían, ésta fue la gran sorpresa de la jornada.


Alcanzado el objetivo, el regreso lo hicimos volviendo sobre nuestros pasos, cambiando de margen por los puentes, siguiendo el Camino de las Vueltas hasta alcanzar de nuevo el aparcamiento de la Isla y de allí al restaurante Los Claveles, donde degustamos un menú reponedor y gratificante.

Por todo ello esta excursión se merece 5 estrellas.
Paco Nieto

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