Con motivo de la lluvia de
perseidas que todos los años se repite a mediados de agosto, y el calor que no daba tregua, realizamos esta ruta, con el aliciente añadido de ser ilustrados por una de las asistentes que se ofreció a instruirnos mediante un tutorial de fotografía astronómica, astronomía, astrología, horóscopos y mitología con respecto a las estrellas, planetas y astros, pues según nos anunció, era fundadora y secretaria de una Asociación de Astronomía y Astrología, además de fotógrafa profesional.
La ruta se dividió en dos partes bien diferenciadas. La primera recorrió la zona vieja de
Bocairente, comenzando en el punto de encuentro junto al
bar La Rotonda, desde allí y cruzando el
Pont de Sant Blai, inaugurado el 19 de julio de 1950, sustituyó al puente de
Mitja Calça, que facilitaba el acceso a la población. Presenta 9 arcos y una extensión de 126 m de largo, 6 m de anchura, 3 m de cera voladiza y una altura de 26 m.
Este puente significó para
Bocairent un gran avance económico, ya que lo unía directamente con la carretera y la estación de tren. Cruzado el puente, nos dirigimos a la zona más baja cercana al
Barranc d’Ontinyent por donde transcurre el
Riu Clariá, pasamos por la
Font de la Escaleta,
l´Església de la Mare de Déu dels Desamparats, por un pequeño lavadero, y una cueva cerrada a cal y canto por una reja.
El sendero transcurría por estrechas y empinadas callejuelas (algunas casas cueva) a veces con escaleras, todas ellas alrededor de la iglesia. Atravesamos otro puente, el
Pont de Darrere de la Villa (durante años el único de entrada a pueblo y el más antiguo), formado por una sola vuelta, con forma de arco de medio punto y una ubicación espectacular sobre el
Riu Clariá.
Nos dirigimos al
Mirador Detrás de la Villa, ubicación que nos ofreció una preciosa vista formada por varias de las casas antiguas que se asomaban al barranco a modo de balcones con pequeñas luces confiriéndoles un toque mágico. Estuvimos algún tiempo absortos con la imagen, pues en ese momento las últimas luces del ocaso, recortaban la silueta del pueblo coronada por la torre de la iglesia.
Tras las fotografías de rigor, nos dirigimos a la Font y Llavador de Ferris, para refrescarnos y seguir nuestra marcha.
En el punto anterior, se inició la segunda parte de la ruta, ya era de noche y encaminamos nuestros pasos hacia la parte alta del pueblo, rodeando el mismo hasta llegar al
Pont del Santo Cristo, construido para facilitar el acceso a la
Ermita del Santo Cristo. El puente se compone de un gran arco de ojiva, de piedra de sillería y reforzado con dos contrafuertes a cada lado. Junto al puente, se encuentra la popular “
Esgoladora”, piedra grande y lisa por donde se deslizan los más pequeños.
Cruzamos el puente e iniciamos el ascenso a la
Ermita del Santo Cristo por un camino que zizagueaba por la ladera de la montaña y que contenía los distintos pasos de la muerte y pasión de Cristo. Una vez llegamos a la ermita, aprovechamos para reponer fuerzas y a continuación nos situamos detrás de la misma para que la contaminación lumínica fuese mínima y poder contemplar la lluvia de perseidas acostados en el suelo.
Tras contemplar unas cuantas estrellas fugaces, iniciamos el camino de retorno, esta vez en descenso por el viacrucis y atravesando el pueblo hasta llegar al punto de encuentro.
En resumen, una corta pero bonita ruta que nos permitió disfrutar del cielo estrellado de verano y su espectáculo de luces fugaces, a la que le otorgo 4 estrellas, nunca mejor dicho.