sábado, 18 de septiembre de 2021

Excursión X295: Vía Verde de Alcoy y Rincón San Buenaventura

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Barrio de Batoy. Alcoy
Final: Barrio de Batoy. Alcoy
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 16,8 Km
Desnivel [+]: 256 m
Desnivel [--]: 256 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 3

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta















MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
La vía verde de Alcoy​ es un camino que discurre por el itinerario de un antiguo tren proyectado entre las poblaciones de Agost y Alcoy, en la provincia de Alicante. El sendero acondicionado como vía verde es de 10 km, una parte del recorrido total previsto para dicho tren.

El Rincón San Buenaventura es un sombreado entorno rodeados de agua por el cauce del rio Polop, con una espectacular cascada y poza, cercana al inicio de la Vía Verde, por lo que esta ruta discurre por ambos entornos, muy distintos uno del otro.

La primera parte de la ruta está relacionada con la historia de esta población y sigue el trazado de un tramo de la vía verde de Alcoy, 66 km de infraestructuras ferroviarias que se crearon entre 1927 y 1932 para dar salida a la producción industrial de dicha ciudad a través del puerto de Alicante.

Se trataba de una línea ferroviaria de vía ancha, la cual dotaba a la industria alcoyana, de mayor capacidad que la existente por aquel entonces (vía estrecha) para la distribución de la producción industrial.

La localización interior de Alcoy suponía un fuerte inconveniente para dicha distribución así, al amparo del Plan Guadalhorce de Ferrocarriles, en plena dictadura del general Primo de Rivera, se iniciaron unas vertiginosas obras que consiguieron crear 11 túneles y 3 viaductos a lo largo de los 66 km del trazado ferroviario, utilizando todos los recursos que ofrecía la ingeniería de aquellos tiempos que, sin embargo, la guerra civil, la posguerra y sus miserias, consiguieron paralizar. Quedaron vías por tender, estaciones por construir y el servicio de ferrocarril sin abrir, pasando todo ello al olvido.

Iniciamos la ruta  en las afueras del barrio de Batoy, donde se aparca se problemas. Enseguida pasamos junto al Área de Descanso de la Vía Verde Alcoy – La Canal, con paneles informativos, bancos y aparcamientos para bicicletas.

Al poco, atravesamos el primer túnel llamado de Riquel, de 153 metros de longitud y como la mayoría de ellos, dotado de luz eléctrica. A la salida del túnel vemos una fuente de agua no potable situada junto a un banco de madera, a nuestra derecha.

A continuación llegamos al primer gran viaducto de la línea, el del río Barchell (Barxell), de 133 metros de longitud y una altura máxima de 28 metros, que en época húmeda tiene de fondo una hermosa cascada con 60 m de caída libre de las aguas de este río.

Le sigue otro túnel, el de la Glorieta del Salt, de 321 metros de longitud haciendo una amplia curva. Este túnel, queda empequeñecido ante la magnitud del airoso viaducto de las Siete Lunas sobre el río Polop, afluente del Serpis, al enseguida llegamos. Tiene 260 metros de longitud y 50m de altura.

Ofrece unas vistas imponentes sobre Alcoy, el Parque Natural de la Font Roja y el Parque Natural de la Sierra de Mariola. Su lírico nombre tiene un simple origen: en esta zona, los ojos de los puentes se denominan lunas, siendo siete los arcos de hormigón que soportan el tablero del viaducto.

A la vuelta vimos un grupo de atrevidos preparándose para hacer puenting desde su parte más alta, donde hay instalados varios anclajes para enganchas las cuerdas.

En todo este tramo podemos observar un paisaje lleno de campos de cultivo y una incipiente vegetación de ribera. La uniformidad de los campos de cebada, trigo y olivos en los terrenos de bancales contrasta sin embargo con las choperas ribereñas.

Tras esta bella obra de ingeniería, pasamos junto a un área de descanso con varias mesas de madera y cerca de ella, el túnel de Mas de la Mota, con 90 metros de longitud, curiosamente con dos arcos, aunque uno de ellos está tapiado.

A continuación se llega al túnel de Mas del Pinar, de 190m de longitud, arropado en un bosque de pinos silvestres de gran belleza. Le sigue el de Sant Benet, de 85m. Todo este recorrido es en suave pendiente por zonas con espesa vegetación.

El siguiente es el túnel Mas de l´Ombria del Manco, de 123m, al que se llega tras pasar junto a unos cultivos de frutales. Pasamos junto al área de descanso y el mirador Mas de la Font de l'Olivereta, desde donde contemplamos unas estupendas vistas panorámicas antes de entrar en el túnel del mismo nombre, que tiene 71 metro de longitud.

Enseguida entramos en el Túnel Cantagallet, de 133m, que da al polideportivo municipal y a una gran explanada con un área recreativa adjunta con fuente y mesas, incluso servicio de bar en ocasiones.

Aquí se inicia el paso por el barranco de la Batalla, aunque apenas se llega a recorrer a través de la vía verde, ya que se atraviesa por los tres túneles más largos de la línea, casi unidos (dos de ellos tienen 900 y 1.000 m de longitud respectivamente). 

El primero es el túnel de Caseta de la Sal, con 324m, seguido del de San Antonio (Sant Antoni), con 917m, que tiene una sorprendente abertura en el lateral, que ilumina de modo casi mágico la oscuridad de la caverna ferroviaria, aunque también está dotado de luz eléctrica mediante pulsadores.

Por aquí la Vía Verde transcurre dentro del Parque Natural del Carrascal de la Font Roja, en el que destaca el viaducto de Sant Antoni, localizado al final de este túnel y así denominado por situarse en la umbría de la sierra de Sant Antoni, perteneciente al Parque Natural.

Este bello viaducto de 48m de longitud y 16m de altura, se construyó para salvar el barranco del mismo nombre, que confluye aguas abajo con el barranco de la Batalla, por donde discurre el río Molinar, otro de los afluentes del río Serpis. 

El Barranco de la Batalla es un angosto desfiladero en el que, según cuenta la leyenda, en el año 1276, las fuerzas musulmanas valencianas, capitaneadas por Al-Azraq, intentaron conquistar Alcoy. 

Cuando peor pintaba el desenlace del asedio, apareció sobre las murallas de la villa, San Jorge a caballo ayudado por 40 caballeros cristianos enviados desde Játiva por Jaume I.

Gracias a esta aparición, el asedio fue un fracaso y las fuerzas invasoras sufrieron una severa derrota, con numerosas bajas, incluida la de Al-Azraq, abatido por una flecha lanzada por el mismo San Jorge. Esto provocó una desbandada de las tropas musulmanas hacia el sur por el barranco.

Lo que ya no cuenta la leyenda, pero sí la historia, es que los defensores cristianos, crecidos por la victoria sobre sus murallas, salieron sin ningún orden ni estrategia a perseguir a los atacantes, que aparentemente también huían en total caos, pero fueron capaces de organizar una emboscada en el estrecho barranco, donde acabaron prácticamente con todos los perseguidores cristianos. En recuerdo de dicha batalla, se ubicaron unas esculturas de 3 moros y 3 cristianos en las inmediaciones de los viaductos.

Contemplado este histórico lugar, en la boca del último túnel, el del Estepar, con 1013m, el más largo de la Vía Verde, iniciamos el camino de regreso, volviendo a cruzar los túneles ya recorridos hasta pasar el viaducto de las Siete Lunas, donde nos desviamos a la izquierda para seguir un camino que, entre fincas, se acerca progresivamente al río Polop, que acabamos cruzando, para remontar su rivera hasta alcanzar el refrescante paraje del Racó Sant Bonaventura.

Allí disfrutamos de las pozas y bellas cascadas por las que el agua del río se despeña y en las que hubo hasta refrescante baño antes de para a comernos los bocadillos, aprovechando el sombraje de su área recreativa.

Tras el almuerzo, por una bonita senda volvimos sobre nuestros pasos siguiendo la ribera del río, que cruzamos en  par de ocasiones, hasta alcanzar el viaducto de las Siete Lunas, que desde abajo es aún más impresionante que en su superficie.

Tras un par de meandros del río, llegamos a la Font del Quinzet, otra área recreativa. Aquí, por un puente, cruzamos de nuevo el río y pasando por el molina de la Mezquita, alcanzamos de nuevo la Vía Verde, al poco del punto de llegar de nuevo al que fue el punto de inicio de la ruta.

En un bar cercano nos tomamos las gratificantes cervezas que pusieron el broche de oro a esta bonita excursión, que combina planicies, túneles, viaductos, ríos, cascadas y pozas y que se merece sobradamente 4 estrellas.

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